CONTENIDO DE APOLOGÉTICA

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RAZONES POR EL QUE SABEMOS QUE LOS TESTIGOS DE JEHOVA NO ES OBRA DE DIOS (SEGUNDA PARTE)


  • ¿Jehová o Yahveh?
  • El Nombre sobre todo nombre
  • Jesús ¿es Dios o una criatura?
  • Niegan la inmortalidad del alma humana y, con ello, muchas verdades fundamentales de la fe cristiana
  • Es una secta que sentencia a muerte a sus miembros



¿Jehová o Yahveh?

Los Testigos de Jehová se ufanan y se golpean el pecho asegurando ser ellos los defensores y propagadores del verdadero nombre de Dios: Jehová. Luego se consideran los legítimos representantes de Dios, pues su misión, sobre cualquier otra cosa, es dar a conocer el nombre de Dios. Por eso se sienten orgullosos de llamarse Testigos de Jehová. Para desenmascarar esta pretensión, habrá que averiguar si el nombre de Dios es realmente Jehová, o...


A. ¿Cuál es la pronunciación correcta (o probable) del nombre de Dios?

Sólo en la Biblia, específicamente el Antiguo Testamento, hallaremos el «Tetragrama», que son las consonantes del nombre de Dios: YHWH. Y cuya pronunciación más exacta (según los expertos tanto católicos como protestantes) es YaHWeH o YaHVeH o Yavé. (Recuerda que la H no se pronuncia y la W se pronuncia como una V.)

Es conocido de todos los sabios que, el nombre Jehová fue inventado o creado por judíos masoretas (siglos VI al X d.C.) cuando unieron las vocales del nombre Adonai (Señor) a las consonantes del «Tetragrama», resultando dos nombres: YeHoWaH o YeHoWiH. Siendo el nombre YeHoWaH el que se impone.

Ahora bien, «existen pruebas extra bíblicas que confirman la pronunciación “Yahveh”. Teodoreto (Quest. 15 en Exod. 7; del siglo V) observa que, aunque los judíos nunca pronuncian el tetragrama YHWH, los samaritanos lo pronuncian “Iabe”. Y como los samaritanos, desde su cisma con los judíos, rechazaron toda evolución religiosa de éstos, hay que reconocer que en la pronunciación de los samaritanos tenemos la pronunciación de los judíos del siglo V a.C.» (¿Por qué y por qué? P. Luis Butera V. Ed. EDISEPA, 1984, pág. 20).

Y también “por San Clemente de Alejandría (150-215) y a su discípulo Orígenes que fue catequista del año 203 al 252, ordenándose de sacerdote en su madurez. Ellos se lo oyeron pronunciar a los judíos de Alejandría, que sí pronunciaban el nombre de Dios, en contra de los más rigurosos de Palestina” (“Para Salvarte” P. Jorge Loring,SI).

Luego la pronunciación correcta o más probable del nombre de Dios no es Jehová, sino YaHWeH.


B. ¿Es el nombre Jehová un nombre bíblico?

Resulta interesante que el nombre Adonai (cuyo uso es comú en el A.T.), según la revista Atalaya del 1 de Julio de 2010 (revista de los Testigos de Jehová), páginas 5 y 7, es un nombre anti-bíblico. «Contrario a las Sagradas Escrituras», dicen ellos.

Luego resulta que si el nombre Jehová es el resultado de la unión de las vocales del nombre "anti-bíblico" Adonai con las consonantes del «Tetragrama», tenemos entonces, según el criterio de los Testigos de Jehová, un nombre contrario a la Sagrada Escritura.

Luego los Testigos de Jehová están promoviendo un nombre de Dios falso, equivocado, errado, no conforme a la verdad bíblica.

Así las cosas, resulta que el nombre de la secta de los Testigos de Jehová, que con tanto orgullo llevan y promueven como distintivo de su apostolado y supuesta relación con Dios, es un nombre «contrario a la Escritura». E igualmente contrarias a la Escritura son todas las sectas, congregaciones o iglesias que lleven este nombre.


C. ¿Utilizó Jesús y sus discípulos el nombre Jehová para dirigirse a Dios?

Argumento de los Testigos de Jehová. En la revista ya citada, página 5, dicen: «En una oración a su Padre, Jesús declaró: “He dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer” (Juan 17:26). A juzgar por estas palabras, es lógico concluir que Jesús pronunciaba el nombre divino cada vez que leía, citaba o explicaba porciones de las Escrituras Hebreas en las que aparecía dicho nombre. Sin duda, debió usarlo en su ministerio con tanta frecuencia y naturalidad como lo hicieron los profetas de tiempos anteriores. Aun si en aquel entonces ya había judíos que no pronunciaban el nombre de Dios, es obvio que Jesús no pudo ser uno de los que seguían esa tradición... Sus discípulos fieles continuaron dando a conocer el nombre divino después de que él muriera y resucitara... Estos primeros cristianos dieron a conocer el nombre de Jehová y sus propósitos a gente de todas partes».

Refutación: Es imposible que Jesús y sus discípulos dieran a conocer el nombre de Dios bajo la pronunciación Jehová (o incluso YaHWeH), pues es sabido que los judíos «durante el exilio en Babilonia, para evitar que este nombre de Dios fuera profanado por los labios impuros de los paganos, cesaron de pronunciar este nombre.» Con el correr del tiempo el desuso de dicha pronunciación provocó que el pueblo y los dirigentes olvidaran como se pronunciaba el Nombre de Dios. Es así que, en la época de Jesucristo tal pronunciación era totalmente desconocida. Luego no es que hubieron algunos judíos “apóstatas” que dejaron de usarlo y lo cambiaron por el “anti-bíblico” Adonai (como aseguran los Testigos de Jehová), sino que, toda la nación judía, incluyendo a Jesús y sus discípulos, al desconocer tal pronunciación, no lo pudieron utilizar; mucho menos el nombre o pronunciación Jehová inventado casi diez siglos después.


D. Entonces, ¿cuál, según el N.T., fue el nombre con el que Jesús más se dirigió a Dios?

Volviendo al texto de Juan 17, 26 utilizado por los Testigos de Jehová para tratar demostrar su doctrina, encontramos que, si leemos desde el capítulo 14 hasta el 17, todas las veces (he podido contar unas 50 veces) que Jesús se dirige a Dios lo hace con el bello nombre de «Padre». Luego Padre sería (y fue) el nombre que más utilizó Jesús para referirse y acercarse a Dios.


El Nombre sobre todo nombre

Si los Testigos de Jehová pretenden que el nombre de Dios Jehová es el nombre que debe ser anunciado y dado a conocer a la humanidad entera y, por ello, ser el único nombre pronunciado y venerado por sus testigos, veamos que nos dice la Biblia (específicamente el Nuevo Testamento) al respecto.

En Hechos 1, 6-8, dice que los nuevos testigos de YaHWeH ya no serán los Testigos de Jehová, sino los Testigos de Jesús. (Ver también: Mateo 10, 22; 12, 15-21; Juan 15, 26-27; Hechos 23, 11 y 26, 15-18).

Luego los nuevos testigos de YaHWeH son los redimidos por la sangre de Cristo, y anunciarán y darán testimonio de Jesucristo, que es el centro y eje de toda la Biblia, anunciado en el Antiguo Testamento, y que se manifiesta para dar y establecer la nueva y definitiva Alianza, Testamento o Pacto entre Dios y los hombres.

Testigos de Jesucristo que, confesando el nombre de Jesús e invocándole para cumplir y vivir de acuerdo a su voluntad, serán salvados: Romanos 10, 9-18. Y todo ello para la gloria del nombre de Cristo Jesús: Romanos 1, 3-5.

Luego el nombre de Jesús será y es el centro de la predicación de los nuevos discípulos y apóstoles, y signo o señal del nuevo Pueblo de Dios: Mateo 12, 21; Juan 1, 12; 3, 18; Hechos 3, 6; 4, 16-20; 5, 27-28.40-41; 8, 12; 9, 14-17.21.27-28; 21, 13. Por eso su Nombre es combatido y perseguido por los enemigos del cristianismo (incluidos los Testigos de Jehová): Hechos 26, 9.

Así pues, mientras los Testigos de Jehová se ufanan y afanan por promover un nombre de Dios errado y equivocado, según el Nuevo Testamento queda constituido el Nombre de Jesús sobre todo nombre: Hechos: 4, 8-12 y Filipenses 2, 9-11.

Por consiguiente, más que dar a conocer el nombre de Jehová, es por el nombre de Jesús que los verdaderos discípulos y testigos de YaHWeH le darán a conocer y le glorificarán: ver Hechos 20, 24.


Jesús ¿es Dios o una criatur?

A. Jesús, el Verbo o Palabra del Padre, es la Sabiduría de Dios

San Pablo, en su primera carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 24 y 30 dice y enseña que, Cristo Jesús es la Sabiduría de Dios.

Los Testigos de Jehová utilizando este texto indican (dejándose llevar por Proverbios 8, 22, donde se dice que la sabiduría fue creada), que Cristo, por lo tanto, es una criatura; la más perfecta y la primera, pero criatura de Dios.

Aclaremos que sabiduría es conducta prudente (ver Proverbios 8, 12-14), y conocimiento profundo (ver Proverbios 1, 20-23 y 8, 4-11).

Ahora bien, según las Escrituras Cristo es principio y fundamento de toda la creación: «por quien todas las cosas fueron creadas» (Colosenses 1, 15-17); y sin él nada de lo que existe hubiese sido (Juan 1, 3). Es decir, Juan nos señala y asegura que Dios, sin dicha sabiduría, no hubiese traído a la existencia todo cuanto creó. En otras palabras Dios, sin sabiduría, no hubiese podido crear.

Ante esto nos debemos preguntar, ¿la Sabiduría de Dios es eterna, como enseña el Cristianismo en general, o tuvo un comienzo, un principio en el existir, como enseñan algunas sectas, incluyendo a los Testigos de Jehová?

Si Cristo es la Sabiduría de Dios, como nos lo asegura San Pablo; y si Cristo, Sabiduría de Dios, hubiese sido creado como interpretan los Testigos de Jehová, tenemos entonces que antes Dios no poseía o no tenía sabiduría.

Y si Dios antes no tenía sabiduría, siendo que la sabiduría es necesaria para poder obrar correcta y adecuadamente, para conocer y conocerse a sí mismo a profundidad, ¿cómo pudo Dios haber creado a la sabiduría si carecía de los medios indispensables para poder crearla? Y no solamente para poder crear, sino para él mismo poder existir. De Dios no haber sido sabio desde la eternidad, es imposible no ya el poder crear, sino el poder Él mismo existir y mantenerse en el ser.

Luego lo que están enseñando los Testigos de Jehová, cuando le niegan al Verbo o Palabra de Dios existencia eterna consustancial con el Padre, es la imposibilidad de la existencia misma de Dios.

A esto se llega cuando se saca de su contexto, textos oscuros, y son interpretados fuera de los parámetros de la totalidad de las Sagradas Escrituras.


B. Existen otros textos que nos aseguran que Jesucristo o el Verbo o Palabra de Dios, es Dios como el Padre.

1. En primer lugar están los siguientes:

a. Juan 1, 1.14: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios... Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros,...”

b. Juan 10, 30-39: “«Yo y el Padre somos uno»”.

»Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas de parte del Padre les he mostrado. ¿Por cuál de esas obras quieren apedrearme?» Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios»”.

c) Juan 14, 8-11: “Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»

»Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?...”

d) Romanos 9, 5: “...y los patriarcas; de ellos también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos.”

e) Tito 2, 13: “...aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo;...”

f) 1Juan 5, 20: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para conocer al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la Vida eterna.”

Nota. Estos textos son tan claros en cuanto a la divinidad de Jesucristo que, los que hicieron la biblia de los Testigos de Jehová se han encargado de tergiversarlos, y así poder cambiar su sentido y hacerles decir lo que no dicen.

2. Objeción de los Testigos de Jehová: “El Padre es mayor que yo” Juan 14, 28.

Los testigos de Jehová suelen utilizar este texto (que sólo quiere indicar la naturaleza humana de Jesús) para negar la divinidad de Cristo y apoyar así su condición de pura criatura (creada por Dios y no de su misma naturaleza). Este texto puede muy bien ser entendido y se explica perfectamente con los siguientes textos. Leelos y estudialos. Y es que, si Jesucristo es verdadero hombre, es de suponer que en muchas ocasiones hable como hombre.

Respuesta: Filipenses 2, 5-8; Juan 1, 1-3.14


C. Gracias a Dios existen otros textos que la biblia de los Testigos de Jehová no ha podido tergiversar. Veamos.

1. En Hebreos se dice del Hijo (1, 8), «Tú al comienzo, ¡oh Señor!, pusiste los cimientos de la tierra, y obra de tu mano son los cielos. Ellos permanecerán; todos como un vestido envejecerán; como un manto los enrollarás, como un vestido, y serán cambiado. Pero tú eres el mismo y tus años no tendrán fin» (Hebreos 1, 10-12). Se sabe que el autor está citando textos del Antiguo Testamento a los cuales refiere al Hijo de Dios. Este texto es tomado del Salmo 102(101) 26-28, el cual es una alabanza a Yahweh. Luego el autor de Hebreos, al referir este texto al Hijo, indica que él es Dios creador como Yahweh creador de todo cuanto existe.

2. Existe un texto en el que Jesucristo se pone en el lugar de Dios, asumiendo el rol de la Divinidad. Veamos. “Una vez un joven le preguntó a Jesús qué debía hacer para salvarse (Marcos 10, 17-22). Y el Señor le contestó que cumpliera los mandamientos. Pero sólo le mencionó los preceptos referidos al prójimo (no matarás, no robarás, no mentirás). Llama la atención e impresiona la ausencia del 1º mandamiento en labios de Jesús de seguir sólo a Yahvé, cuando se ve la importancia y centralidad que tenía para los judíos.

Pero el diálogo continúa. Como el joven ha observado los mandamientos desde su infancia, Jesús le pide que deje todo y lo siga a él. Aquí reaparece el 1º mandamiento. Jesús se aplica a sí mismo la antigua exigencia de seguir exclusivamente a Yahvé. Realiza así una interpretación nueva y revolucionaria del mandamiento principal, inaudita y sólo posible al Hijo de Dios. Seguir a Jesús es, pues, el nuevo Decálogo de los Cristianos” (Ariel Álvarez Valdés).

Luego si Jesús no es Dios, esta postura suya sería una total y absoluta blasfemia, puesto que estaría sustituyendo el seguimiento exclusivo de Dios consigo mismo. Sería, pues, un acto de rebeldía y una excitación a la idolatría por parte de Jesús de él ser, como enseñan los testigos de Jehová, una simple criatura.


Niegan la inmortalidad del alma humana y, con ello, muchas verdades fundamentales de la fe cristiana

Los Testigos de Jehová, amparados en innumerables textos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, en el que el término alma, tal y como aparece en los textos originales (hebreo: néphesh-alma, griego: psykhé-alma), es referido a una persona, a un individuo, a un animal o la vida de la que depende y disfruta tanto una persona como un animal, y que, según algunos textos, ésta puede ser destruida interpretan, pues, que el alma humana también puede ser destruida, aniquilada. De aquí que nieguen que el alma sea inmortal y el que, después de la muerte al extinguirse la vida también, con ella, se extingue el alma. También dentro del protestantismo existe la creencia de que, con la muerte se da un periodo de inconsciencia que durará hasta la Segunda venida de Jesucristo. 

Para entender estas diferencias hay que saber y entender que en el lenguaje se da lo que en gramática se conoce como unívoco y equívoco. Y así, por ejemplo, si digo que ese animal es un león, estoy predicando de manera unívoca, puesto que el predicado «león» tiene un único sentido; ahora bien, si digo que ese animal es felino, el predicado «felino» es equívoco, puesto que con la palabra felino me pudiera estar refiriendo tanto a un gato doméstico, como a un tigre, a un leopardo, a una pantera o a un león. Este es el caso de la interpretación que los Testigos de Jehová dan a la palabra alma al pretender hacerla ver como que es unívoca y que, por consiguiente, cada vez que aparece dicha palabra en la Biblia, independientemente del contexto en que se encuentre, se refiere al alma tal y como es entendida por los cristianos.

Pero la realidad es que, el término alma en la Biblia no es unívoco sino equívoco. Para entender este concepto de equivocidad, veamos los siguientes ejemplos.

Si digo: “Esto es un pie”, ¿a qué me estoy refiriendo? El
contexto me indicará el objeto o ente al que me estoy refiriendo. Si digo, “esto mide un pie”, la palabra “mide” (de medida) me indica que pie se refiere a una regla, la cual está dividida en doce espacios de igual longitud llamados pulgadas. Y si alguien dice, “me duele el pie”, ya sé que pie se refiere al miembro inferior o extremidad de la pierna. También, según el diccionario, pie se refiere a la base de alguna cosa, al metro de la poesía, a la parte opuesta a la cabeza o cabecera.

Otro ejemplo puede ser banco. Si yo digo, “en ese banco...”, ¿a qué banco me estoy refiriendo? “En ese banco he depositado mis ahorros” (una sucursal bancaria); “En ese banco he descansado” (un asiento); “En ese banco se ha encallado un barco” (un banco de arena); “Se ha visto un banco de atunes” (conjunto de peces).

Y así podríamos dar infinidad de ejemplos que nos aclaran que los Testigos de Jehová, violentando el significado de la palabra alma (que es utilizada en la Biblia indistintamente y de manera equívoca, tanto para referirse a la persona humana, a un animal, a un cadáver o a la vida misma), al asegurar que, como en algunos textos se dice que el alma puede ser destruida, o que ésta es simplemente el soplo de Dios que comunica la vida al hombre, el alma no es inmortal y que ésta no sobrevive a la muerte.

Ahora bien, existen textos bíblicos que confirman la existencia de una realidad espiritual en el ser humano que no se extingue con la muerte y que, después de ésta continúa viviendo y con plena conciencia de sí.

1. Cuando Dios crea al hombre y la mujer dice que los creó a su imagen y semejanza (Gén. 1, 26-27). Es decir, por ser Dios Espíritu Puro (Dios no es hombre ni mujer ni posee partes ni forma alguna, pues ello en Dios, al ser un estado que limita, sería una imperfección) les comunica un elemento espiritual (el cual conocemos como alma) que, como Él, puede conocer, obrar libremente, amar, entender... Luego el ser imagen y semejanza de Dios no es en un aspecto físico o biológico, limitado y corruptible, sino a la imagen y semejanza espiritual de Dios; es decir, el hombre y la mujer son imagen y semejanza de Dios por el elemento espiritual que Dios les infunde, y que llamamos alma.

2. En el Libro Primero de Samuel leemos un caso interesante que nos da luz al respecto. Saúl, ante la desesperación de no recibir de Dios ningún mensaje para una batalla, se dirige a una pitonisa para consultar a Samuel (que ya había muerto). Cuando la pitonisa invoca el nombre que Saúl le dio dice el texto que, «vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un grito... El rey le dijo: «No temas, pero, ¿qué has visto?» La mujer respondió a Saúl: «Veo un espectro que sube de la tierra.» Saúl le preguntó: «¿Qué aspecto tiene?» Ella respondió: «Es un hombre anciano que sube envuelto en su manto.» Comprendió Saúl que era Samuel y cayendo rostro en tierra se postró» (1Samuel 28, 1ss.).

Si con la muerte desapareciera el alma, ¿por qué esta aparición de Samuel para reprocharle a Saúl su desconfianza y desprecio a Dios? El que Samuel se haya manifestado, por voluntad de Dios, es indicio y argumento de que con la muerte el alma humana no desaparece, sino que continúa existiendo en un estado de vida espiritual.

3. En la parábola del Rico y Lázaro (ver: Lucas 16, 19-31Jesucristo, inmediatamente después de muertos, sitúa a los personajes en los diversos estados según vivieron con relación a Dios y al prójimo. De no existir nada después de la muerte, como enseñan los Testigos de Jehová, Jesucristo no hubiese desarrollado esta parábola, y sí otra con situaciones diversas pero con el mismo mensaje. Si Jesucristo desarrolló esta parábola con los elementos de supervivencia después de la muerte, es porque nos quiso enseñar y dar a conocer, no solamente nuestro deber y responsabilidad ante las necesidades del prójimo, sino también las realidades del más allá inmediatamente después de la muerte y lo que nos espera según nuestros actos.

4. En esta línea de la supervivencia inmediatamente después de la muerte, es San Pablo quien nos da más luz al respecto. Dice: «No quiero que sigan en la ignorancia acerca de los difuntos, para que no estén tristes como los demás que no tienen esperanza. Porque, si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios, llevará con Jesús, a los que murieron con él.» (ITesalonicenses 4, 13-18).

Ante esta verdad esperanzadora San Pablo puede decir: “Deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor” (Filipenses 1, 22-24).

Así, para San Pablo, la muerte no es quedarse en la tumba en un estado de inconciencia, sino una transformación y cambio de estado de vida y existir en Cristo; vida que se da en la presencia de Dios Padre en el cielo. Por lo que esta realidad es esperanzadora para los que quedamos en la tierra testimoniando y dando a conocer el Evangelio de la salvación, por lo que podemos decir como San Pablo: “...siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión... Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle” (2Corintios 5, 6-9). De esta manera, si el servicio por el Evangelio de Jesucristo nos ha de proporcionar un beneficio tan grande y glorioso, que sea como dice San Pablo: “Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” (Filipenses 1, 21). Y esta ganancia será en la presencia de Dios Uno y Trino en un estado de vida totalmente consciente, no en la tumba como si no se existiera.

5. Ahora bien, este salir o quedarse en el cuerpo indica la creencia de los primeros cristianos en que, después de la muerte, la vida continúa y no se extingue. Por eso, cuando San Pedro dice que, «Me parece justo, mientras me encuentro en esta tienda (refiriéndose a su cuerpo), estimularlos con la exhortación, sabiendo que pronto tendré que dejar mi tienda, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo» (2Pedro 1, 13-14). Y San Pablo nos asegura que, «porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos» (2Corintios 5, 1).

En estos textos vemos unos elementos, como la tienda, que los apóstoles utilizan de modo análogo al cuerpo para indicar que estamos en esta tierra de paso y que nuestra morada no está aquí y, por eso indican que se ha de abandonar esta tienda, que es el cuerpo, para partir ¿a dónde? al «edificio que es de Dios». Luego, la idea, el pensamiento, la doctrina bíblica que hallamos en estos textos es la esperanza de que, con la muerte no se acaba la vida, sino que ésta continúa en «una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos».

6. Por eso San Pedro nos asegura que, Jesucristo, una vez muerto en la Cruz del Calvario, «en el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados» (1Pedro 3, 19-20) de aquellos que ya habían muerto. Si no existiera una vida después de la muerte, y el elemento espiritual (alma) del ser humano no sobrevive a dicha muerte, tal y como enseñan los Testigos de Jehová, no tendría sentido el que Cristo fuese a predicar a los espíritus de los ya fallecidos.

7. El autor de la Carta a los Hebreos nos enseña una doctrina esperanzadora en la que, después de hablar del testimonio de los que se mantuvieron firmes en la fe, a pesar de las terribles pruebas, nos asegura que no estamos solos, sino que «también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con constancia la carrera que se nos propone» (Hebreos 12, 1). Ahora bien, ¿cómo es posible que todos los justos fallecidos, como nube nos envuelvan, nos acompañen si, como aseguran los testigos de Jehová, ya no existen?

Es por eso que así, como ellos, alcanzaremos la victoria de «los espíritus de los justos llegados ya a su perfección» (Hebreos 12, 23c). Este texto de Hebreos es tan claro que, los Testigos de Jehová, en su empeño de contradecir a Apocalipsis 22, 18-19, que condena cualquier cambio a la Palabra de Dios (igual que en los textos citados anteriormente), han añadido al texto Sagrado una palabra que cambia radicalmente el sentido doctrinal. En su versión adulterada de la Biblia dice: «y a las vidas espirituales de justos que han sido hechos perfectos,...» Al sustantivo «espíritus» (que aquí se refiere al elemento espiritual o alma) le añaden la palabra «vidas» (como sustantivo) alterando o cambiando el sustantivo «espíritus» en adjetivo (espirituales), y así cambian todo el sentido doctrinal del texto. En su empeño por asegurar que después de la muerte se acaba todo, que el alma muere también junto con el cuerpo, no vacilan en adulterar la Palabra de Dios si con ello consiguen sus fines y propósitos.

Por consiguiente, la doctrina católica de que después de la muerte de cada persona inmediatamente su alma es juzgada y dirigida a su destino eterno, está conforme a la verdad de la Biblia.


Es una secta que sentencia a muerte a sus miembros

¿Es posible formar parte y pertenecer a una secta que sentencia a muerte a sus miembros?

A. Según los Testigos de Jehová, la Biblia prohíbe las transfusiones de Sangre. Pero, ¿dónde prohíbe eso la Biblia?

Según ellos, cuando Dios prohíbe el comer sangre, en esta prohibición está incluida las transfusiones de sangre.

Pero esta es una interpretación de la secta. No existe relación alguna que iguale lo que es ingerir alimentos y lo que es una transfusión. Luego estamos ante una interpretación puramente humana, que no se ajusta a la verdad de la Biblia.

B. Cuando tú consumes algo, este algo ya está muerto, o si está vivo será destruido en el estomago. Luego, lo que se ingiere debe ser destruido por el sistema digestivo para poder ser asimilado por el organismo.

No así las transfusiones de sangre, la cual debe estar viva, en perfecto estado para poder ser utilizada. De lo contrario, no sirve.

Luego lo que se come debe estar muerto y ser destruido para mantener la vida; mientras que lo que se transfiere por transfusión es dar vida para sostener la vida.

C. Por consiguiente, la doctrina de los Testigos de Jehová, al negar la vida a quienes la necesitan: primero, están contradiciendo el Quinto Mandamiento de: «no matarás»; luego, es una secta que se opone a Dios. Segundo, los testigos de Jehová pertenecen a una secta que los ha sentenciado a muerte, sólo tienen que esperar que se les presente la ocasión para que entre en función la «pena de muerte». Tercero, la secta de los Testigos de Jehová no sigue ni sirve al Dios de la vida, sino al dios de la muerte y la corrupción: Satanás. ¿No es eso lo que busca Satanás: la muerte y la destrucción?


Consejo para los católicos

Dice San Pablo en 1Timoteo 4, 1-7: «El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia;...» (ver también: Marcos 7, 14-23).


Consejo a los testigos de Jehová

Si quieres ser real y verdaderamente libre y escapar de la sentencia y condena de muerte que te ofrece la secta de los Testigos de Jehová, deja que Jesucristo sea el centro de tu vida para que, por su Nombre glorioso, seas liberado de las cadenas de la muerte y la corrupción impuesta por el Diablo.

Que Jesucristo, por la intercesión de todos sus santos, te ilumine la mente y el corazón para que, una vez liberado de la pena de muerte, vengas a la luz de la verdad plena en la Iglesia que Cristo fundó.


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Diálogo entre un católico y un testigo de Jehova







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