¿Herejías en la Iglesia? ¿Es posible? ¿Cómo?
Por: Gerardo Cartagena Crespo
Ante la crisis de fe que se está dando en la Iglesia Católica es importante y necesario que los católicos tengan a mano el Catequismo de la Iglesia Católica.
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¿A qué se debe que la verdad de la Iglesia está siendo tan atacada ya no solamente desde el exterior, sino sobre todo desde el interior? ¿Por qué ya no se predican verdades tan fundamentales sobre la existencia de Satanás, del Infierno, del Purgatorio...? Y cuando se hablan o se las mencionan es para negarlas o poner dudas sobre ellas.
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Introducción
Juan Pablo II, en un discurso a misioneros populares (6-2-1981)«Es necesario admitir con realismo, y con profunda y atormentada sensibilidad, que los cristianos de hoy, en gran parte, se sienten extraviados, confusos, perplejos, e incluso desilusionados. Se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre. Se han propalado verdaderas y propias herejías en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones, rebeliones. Se ha manipulado incluso la liturgia. Inmersos en el relativismo intelectual y moral, y por tanto en el permisivismo, los cristianos se ven tentados por el ateísmo, el agnosticismo, el iluminismo vagamente moralista, por un cristianismo sociológico, sin dogmas definidos y sin moral objetiva».
San Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, aconseja a los dirigentes o presbíteros de la Iglesia lo siguiente: "Cuídense ustedes y todo el rebaño, a cuya cabeza los ha puesto el Espíritu Santo como obispos para apacentar la Iglesia del Señor, que él adquirió con su propia sangre" (Hechos 20, 28).
San Pablo exhorta a los dirigentes de la Iglesia, a los que están encargados de custodiarla, que pastoreen responsable y diligentemente el rebaño de Cristo. Que conduzcan la Iglesia por las sendas de la verdad plena hasta que alcance la salvación según el deseo y propósito de Dios (1Timoteo 2, 4). Porque siendo Dios un Dios de orden (no de desorden) y de paz (1Cor. 14, 32-33) quiere que conozcamos y perseveremos en esa sola y única verdad revelada en Cristo, para conservar así la unidad de la Iglesia en una sola fe, un sólo bautismo y un sólo conocimiento del Hijo de Dios (Efesios 4).
Esa unidad en la verdad plena se logrará gracias a la acción y guía del Espíritu Santo quien, a lo largo de los siglos (y en toda la historia de la Iglesia hasta la segunda venida de Cristo) mantendrá la verdad de Dios en pie (Juan 14, 25; Juan 16, 12-13), y ello a pesar de las debilidades y soberbia humana que querrán obscurecerla o cambiarla. Por eso San Pablo lanza la siguiente advertencia: "Yo sé que después de mi partida se meterán entre ustedes lobos voraces que no perdonarán al rebaño; y de entre ustedes mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas perversas y arrastrarán a los discípulos tras sí" (Hechos 20, 29-30).
"Me extraña que tan pronto hayan abandonado a Dios que, según la gracia de Cristo, los llamó, para seguir otro Evangelio. No es que haya otro, sino que ciertas personas han sembrado la confusión entre ustedes y quieren dar la vuelta al Evangelio de Cristo. Pero, aunque viniéramos nosotros o viniera algún ángel del cielo para anunciarles el evangelio de otra manera que lo hemos anunciado, ¡sea maldito! Ya se lo dijimos antes, pero ahora lo repito: si alguien viene con un evangelio que no es lo que ustedes no han recibido, ¡sea maldito!" (Gálatas 1, 6-9).
En el último siglo se ha venido infiltrando, como un tumor maligno, ideas y conceptos que han ido socavando y cambiando los fundamentos y la esencia de verdades de la fe católica. Ante esta aterradora realidad, es el Espíritu Santo quien, por boca de San Pablo, nos advierte y nos pone en alerta:
2Tesalonicenses 2, 1-12: "Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, que no se dejen alterar tan fácilmente en su ánimo, ni se alarmen por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que les haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie los engañe de ninguna manera.
"Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios.
"¿No se acuerdan que ya les dije esto cuando estuve entre ustedes? Ustedes saben qué es lo que ahora lo retiene, para que se manifieste en su momento oportuno. Porque el misterio de la impiedad ya está actuando. Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene, entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida.
"La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos, y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado.
"Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad".
Este texto de San Pablo tiene unos puntos que los católicos debemos considerar y reflexionar en ellos:
a. “Primero tiene que venir la apostasía”. ¿Qué es apostasía? ¿Cómo ésta puede obscurecer o alterar el sentido exacto de la verdad revelada y contenida en la Iglesia de Cristo?
La apostasía de la que San Pablo habla aquí no es tanto la de aquellos que abandonan la Iglesia (ya sea a otra fe o a la increencia), sino sobre todo la de aquellos que diciéndose católicos niegan verdades fundamentales de fe y, más aún, intentan hecer ver que eso que enseñan y predican no se opone a la verdad católica.
b. "hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios". ¿En cuál Santuario el impío se sentará? ¿en el cielo, trono de Dios? Imposible. ¿Entonces? El otro Santuario de Dios está en la tierra y es la Iglesia que el fundó, Cuerpo de Cristo.
Si la persecución física contra la Iglesia ha sido terrible, la persecución contra la fe (doctrina) y contra la moral es terriblemente grave. Es por eso que, la pérdida de la fe y de la práctica cristiana ha ido decayendo hasta el extremo de que Occidente, que una vez fue una cultura profundamente cristiana, se ha paganizado tanto que ya podemos ver como los gobiernos se están dedicando a legislar leyes anticristianas y, en algunos casos, directamente contra las prácticas cristianas. Por eso...
a. “Primero tiene que venir la apostasía”. ¿Qué es apostasía? ¿Cómo ésta puede obscurecer o alterar el sentido exacto de la verdad revelada y contenida en la Iglesia de Cristo?
La apostasía de la que San Pablo habla aquí no es tanto la de aquellos que abandonan la Iglesia (ya sea a otra fe o a la increencia), sino sobre todo la de aquellos que diciéndose católicos niegan verdades fundamentales de fe y, más aún, intentan hecer ver que eso que enseñan y predican no se opone a la verdad católica.
b. "hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios". ¿En cuál Santuario el impío se sentará? ¿en el cielo, trono de Dios? Imposible. ¿Entonces? El otro Santuario de Dios está en la tierra y es la Iglesia que el fundó, Cuerpo de Cristo.
Si la persecución física contra la Iglesia ha sido terrible, la persecución contra la fe (doctrina) y contra la moral es terriblemente grave. Es por eso que, la pérdida de la fe y de la práctica cristiana ha ido decayendo hasta el extremo de que Occidente, que una vez fue una cultura profundamente cristiana, se ha paganizado tanto que ya podemos ver como los gobiernos se están dedicando a legislar leyes anticristianas y, en algunos casos, directamente contra las prácticas cristianas. Por eso...
c. Dios está permitiendo «todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad.» 2Tesalonicenses 2
Como referencia a esta crisis de fe y a la prueba final de la Iglesia, ver Catecismo de la Iglesia Católica Núm. 675-678.
¿A qué se debe que la verdad de la Iglesia está siendo tan atacada ya no solamente desde el exterior, sino sobre todo desde el interior? ¿Por qué ya no se predican verdades tan fundamentales sobre la existencia de Satanás, del Infierno, del Purgatorio...? Y cuando se hablan o se las mencionan es para negarlas o poner dudas sobre ellas. Pareciera que hay un complot de silencio el cual está redundando de modo negativo en la vida de los creyentes. Por ejemplo, no se predica fuertemente contra el adulterio, la fornicación, los anticonceptivos..., y por eso los cristianos siguen (y seguirán) cayendo y cometiendo tales pecados por la falta de conocimiento y concienciación.
Veamos el siguiente marco histórico que está afectando y cambiando gravemente el sentido correcto de la verdad revelada. (No la verdad en sí misma, puesto que ésta por estar protegida por el Espíritu Santo es infalible e inmutable, sino el cambio del sentido histórico por el que la Iglesia siempre ha entendido dichas verdades).
Sentido histórico me refiero a aquello que hace que una doctrina o enseñanza sea entendida de tal manera y no de otra. Por ejemplo: el sentido de virginidad siempre e históricamente se ha entendido en su aspecto biológico-físico junto con lo moral y espiritual. Actualmente se ha desligado del concepto de virginidad el aspecto biológico-físico dejando solamente lo moral y espiritual, alterándose así el sentido histórico de virginidad (que fue esencial y fundamental en la elaboración y definición del dogma de la perpetua virginidad de María -antes, durante y después del parto-). Ante este cambio muchos católicos han comenzado a negar la virginidad física de María, y así entienden que no es nada malo contra el dogma el pensar y creer que María concibió a Cristo por unión sexual con José y que pudo haber tenido más hijos, puesto que la virginidad de María, dicen ellos, es meramente moral y espiritual.
Como vemos, al vacíarse de su aspecto histórico la virginidad de un elemento esencial para la recta comprensión de una verdad de fe definida, y por ello infalible, al cambiar el sentido histórico de virginidad, muchos se creen en la libertad de cambiar y alterar el sentido exacto de un dogma de fe como lo es el de María Siempre Virgen. Y así, de esta manera se está alterando y obscureciendo el sentido exacto de ver y entender otras tantas verdades de fe de la Iglesia de Cristo.
1. Racionalistas y liberales
Dentro del marco religioso, el racionalismo pretende explicarlo todo con solo la luz natural de la razón humana, prescindiendo del don sobrenatural de la fe y de la revelación divina. De esta manera se elimina todo evento sobrenatural y milagroso rebajándolos a meros sucesos naturales. Así, los liberales, basándose en la sola razón pretenden "liberar" al cristianismo y a la Biblia de elementos "legendarios" y "fábulas" introducidas, según ellos lo ven, por la ignorancia o el intento de explicar eventos de difícil comprensión.
«Así, en 1835, D.F. Straus afirma, basándose en la exégesis histórico-crítica, que la concepción virginal de Jesús es un mito cristiano, "un revestimiento historizante de una idea cristiana primitiva".
»Este origen judeocristiano del relato de la concepción virginal, que de D.F. Straus pasará a A. Harnack, será contestado por J. Hilmann y por los defensores de la crisis sincretista, los cuales abogan por un influjo helenístico del mito teogámico pagano.
»E. Kung define las narraciones de los dos primeros capítulos de Mateo y Lucas como "leyendas o sagas etiológicas", que quieren indicar una causa de la atribución a Jesús del título de Hijo de Dios» (Nuevo Diccionario de Mariología, pág. 1980).
Estas "reinterpretaciones" y la tendencia a "desmitologizar" la concepción virginal de Jesús, negando su sentido histórico y biológico, la podemos ver, no solamente en el campo protestante, sino también en ciertos ambientes católicos. (Enciclopedia Mariana Posconciliar, págs. 281-282).
2. Verdades negadas o puestas en duda.
Entre las verdades de fe católica que se están negando o se están poniendo en duda o cambiando su sentido histórico para luego poder negarlas, están las siguientes:
*Satanás. (Leyenda que sólo pretende personificar el mal en el mundo; el Antiguo Testamento no enseña ni conoce la existencia de tal ser).
*Infierno. (Repugna a la infinita misericordia de Dios; el Infierno, si existe, está vacío).
*Purgatorio. (Canonizaciones a granel; todo el mundo va derechito para el cielo; no hay que purificar nada).
*Resurrección de los muertos en el último día. (Ésta se da inmediatamente después de la muerte personal de cada individuo; una teoría indica que la resurrección es sólo para los salvados, no para los condenados).
*La resurrección de Cristo es meramente espiritual, no corporal.
*La Segunda venida de Cristo y el Juicio final. (Acontecimiento simbólico que sólo ocurrirá con la muerte individual).
*Virginidad corporal de María. (La integridad corporal ya no forma parte del concepto de virginidad, sino solamente espiritual y moral; la concepción virginal no es una verdad histórica, por lo que Cristo es fruto de la unión marital de María con José; la virginidad en el parto no incluye la física ya que ésta es meramente espiritual y moral. María dio a luz a Jesucristo como cualquier otra mujer y, aún así, sigue siendo virgen; ya que la virginidad no incluye la biológico-física, no existe inconveniente para aceptar el que María haya tenido otros hijos sin que ello afecte el dogma de la Virginidad Perpetua).
*Conciencia de Cristo. (Cristo ignoró su origen y naturaleza -quién era él-, y cuál era su misión en la tierra).
Todos estos errores o herejías se están enseñando en muchas instituciones tanto en el protestantismo (donde primero se inició) como en el catolicismo.
3. La Biblia
Con relación a la Biblia se han hecho muchos arreglitos con el pretexto de liberarla de contradicciones, fantasías y leyendas ajenas a la realidad histórica. Eventos considerados legendarios como fruto de la mentalidad de la época.
*Milagros y eventos sobrenaturales. *Milagros de Cristo. *Exorcismos... Todo ello nagado por la crítica moderna.
*Eventos considerados históricos, con la nueva crítica bíblica pasan a ser leyendas o cuentos: La estrella de Belén; Los Magos de oriente; la matanza de los Inocentes; el que Cristo haya nacido en Belén; el que a María se le haya aparecido un ángel para anunciarle...
Resulta hasta contradictorio (y uno no sabe si reír o llorar) el que la Iglesia, al establecer el Nuevo Testamento, haya rechazado ciertos libros porque tenían elementos o reseñas que no estaban acorde con la Tradición oficial de la Iglesia. Libros que fueron catalogados como apócrifos (no es que todos estaban mal --algunos de ellos sí--, sino que contenían elementos dudosos o legendarios), pero ahora resulta que, los libros del Nuevo Testamento (específicamente los Evangelios y Hechos) también están llenos de elementos dudosos o no históricos.
4. Cómo responder
Entonces, ¿cómo asumir y entender estas verdades a las que la crítica bíblica moderna no le encuentra argumentos objetivamente históricos que las apoyen?
Uno de los factores por el que la crítica bíblica moderna se equivoca y yerra es que estudia, analiza y reflexiona dichos acontecimientos basado única y exclusivamente a la luz natural de la razón humana. Para la sola razón no existen ni se puede dar acontecimientos sobrenaturales o milagrosos, pues estos escapan a un estudio y análisis científico de los hechos. Según esta crítica bíblica lo que la pura razón no puede estudiar ni entender, es porque tales hechos, históricamente hablando, no se dieron, por lo que hay que interpretarlos como elementos legendarios o cuentos inventados para explicar unas serie de creencias.
Ahora bien, recordemos que la Biblia, por ser palabra de Dios escrita, es un libro religioso, por lo que para entenderlo y creer en él hay que acercarnos a él con fe divina, y ello sin negar el uso de la razón que es necesaria al entendimiento humano. Pero la simple razón natural desligada de la fe divina, no puede ver y se le hace imposible comprender que Dios pueda actuar de modo maravilloso, milagroso y portentoso en la historia humana.
Otro factor o elemento que es utilizado por la crítica bíblica moderna es interpretar la Biblia según el autor secundario o hagiógrafo. Es decir, tener en cuenta la cultura, la época, el medio ambiente y otros factores humanos, político y sociales que influyeron al hagiógrafo al momento de escribir. Este método es válido si se quiere conocer y entender el momento, circunstancia y marco histórico del autor y libro en cuestión.
Ahora bien, para la interpretación y comprensión de una doctrina o enseñanza de divina revelación y así dada a conocer por el Espíritu Santo por medio de la Iglesia de Cristo, más que tener en cuenta al hagiógrafo, se debe de tener muy en cuenta al Autor Primario, es decir a Dios, pues es él quien, valiéndose del autor secundario, nos quiere transmitir una verdad de fe que puede ser manifestada por el hagiógrafo ya directamente (como el que Dios es amor e infinitamente misericordioso, o que todo cuanto existe fue creado por Él), o de modo indirecto (una verdad de fe escondida en la narración ya sea histórica, cuento o parábola) y que la Iglesia, por acción e influjo del Espíritu Santo, saca a luz y da a conocer como verdad de fe divinamente revelada.
El problema surge cuando en la exégesis bíblica moderna se quiere utilizar, como elemento fundamental, al hagiógrafo para la interpretación y comprensión del Texto Sagrado sin considerar la intención del Autor Primario. Esto trae como consecuencia el que, si en tal texto, un hecho o acontecimiento narrado por el autor secundario, la Tradición de la Iglesia vio una verdad divinamente revelada, pero que la crítica bíblica moderna ha demostrado (según el pensamiento y momento histórico del hagiógrafo) que tal suceso pretende o quiere explicar y dar a conocer una realidad acontecida o que va a contecer dentro del marco histórico del autor sagrado humano, entonces hay que interpretarlo y entenderlo en ese momento histórico y no como una enseñanza que da a conocer una verdad revelada, ni como un mensaje que dé a conocer cosas futuras. En muchos casos, según la crítica bíblica, el hagiógrafo no pretendía dar a conocer una verdad oculta o profecía de un acontecimiento futuro.
El testimonio de Isaías
Un ejemplo (de entre muchos) de este modo de pensar de la crítica bíblica moderna lo podemos ver en Isaías 7, 14: “La virgen está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel.”
Este texto de Isaías es utilizado por Mateo para probar y demostrar la concepción virginal y mesianismo de Jesucristo. (Ver: Mateo 1, 23).
Según la crítica moderna el texto de Isaías no puede ser tomado como una profecía de un futuro lejano, ni mucho menos como anuncio de un futuro mesías por varias razones.
Primeramente Isaías (o el autor que haya escrito el libro) en su original hebreo no dice virgen, sino jovencita o muchacha a punto de casarse o recién casada que, según los expertos se pudiera referir a una joven de la casa del rey Acaz (o Ajaz) a quien iba dirigido el oráculo.
Luego según la crítica bíblica el hagiógrafo no tenía intención de dar a conocer un evento futuro y mesiánico.
Segundo, el término “virgen” se debe a la traducción griega de los LXX, por lo que, los primeros cristianos y Mateo (o quien haya sido el autor del Evangelio según San Mateo) al usar esta traducción de los libros del Antiguo Testamento como referencia para probar y demostrar la realidad mesiánica de Jesucristo, vieron en la “virgen” de Isaías un anuncio, oráculo o profecía de la concepción virginal de Cristo, creencia que pasó como doctrina y enseñanza de divina revelación en la Iglesia. Y así, según la crítica bíblica, no es que haya ocurrido históricamente hablando y de hecho una concepción virginal de Cristo, sino que, a la luz del texto griego se interpretó tal acontecimiento.
Toda esta crítica bíblica del texto de Isaías estaría bien (y no niego su validez para, en muchos casos, una recta y adecuada comprensión del texto) si la intención de los exégetas es conocer el pensamiento y momento histórico del autor secundario. El problema surge cuando se utiliza como herramienta de interpretación y comprensión la sola razón sin tener en cuenta para nada la fe divina, y al autor secundario o hagiógrafo sin considerar ni tener en cuenta al Autor Primario. Es por eso que la crítica bíblica moderna falla, choca y ha tenido y tiene sus encontronazos con la enseñanza y la doctrina oficial de la Iglesia de Jesucristo.
Encuentros que se van agudizando cada vez más en perjuicio de la Tradición y Magisterio de la Iglesia y, por ello, en perjuicio de la fe del pueblo católico que, ante tantas reinterpretaciones la confusión se hace cada vez más patente.
Ahora bien, ¿cómo armonizar la enseñanza oficial de la Iglesia con los nuevos avances de la crítica moderna?
En el caso de Isaías 7, 14, si queremos saber la verdad religiosa allí contenida (que de hecho es en esa línea que hay que estudiar, reflexionar y entender el texto) hay que, con la ayuda de la razón, interpretarlo desde la luz de la fe divina: Dios como autor primario y la Iglesia por él instituida como su legítima y autorizada interprete.
Primero recordemos como bien dice el Catecismo de la Iglesia Católica que “para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los "géneros literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. "Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios". (C.I.C 110).
Segundo, aclaremos que “dado que la Sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta interpretación, no menos importante que el precedente, y sin el cual la Escritura sería letra muerta: "La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita".
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que la inspiró”. (C.I.C. 111).
112 1. Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda la Escritura". En efecto, por muy diferente que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón, abierto desde su Pascua.
113 2. Leer la Escritura en "la Tradición viva de toda la Iglesia". Según un adagio de los Padres,... "La Sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos". En efecto, la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios, y el Espíritu Santo le da la interpretación espiritual de la Escritura.
114 3. Estar atento "a la analogía de la fe". Por "analogía de la fe" entendemos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
En el caso de Isaías que estamos estudiando y analizando, el artículo 110 del Catecismo, la crítica bíblica ya ha dicho lo que tenía que decir con relación al autor sagrado. En cuanto al Autor Primario o al “mismo Espíritu con que fue escrita”, el Catecismo nos da unas pautas que nos ayudarán a entender lo que Dios nos ha querido decir en dicho texto.
Primero, sabemos que el autor de Isaías estaba inspirado por Dios (no poseído por Dios), luego lo que escribe, aunque inspirado, sigue siendo de lenguaje y cultura humana puesto que mantiene su plena libertad de conciencia y experiencia humana. No es de extrañar que Isaías hable de una jovencita o muchacha a punto de casarse o recién casada, pero que, en la eternidad de Dios se refiera a una virgen.
Segundo. Aunque Isaías pudiera entender que el anuncio que va a comunicar al rey Acaz o Ajaz por parte de Dios sea un oráculo para ese momento histórico, para Dios (en quien la eternidad es su presente) dicho oráculo se hará realidad en otro momento histórico. (Y quiero que esté bien claro, esta interpretación que estoy dando se basa en la doctrina oficial de la Iglesia respaldada por el don sobrenatural de la fe; luego no es válido decir que dicha interpretación no se ajusta a las conclusiones de la crítica moderna por la imposibilidad histórica y científica de corroborarla, dando a entender que, la fe divina no sirve para argumentar una verdad o realidad que escapa a la comprensión lógica de la simple razón. Creo que esto sería como rebajar el don de la fe a simple experiencia humana y supersticiosa. La fe, basada en la verdad de Dios, habla con mayor claridad, realidad y verdad que la simple razón).
Tercero. Como bien dice el Catecismo (Nu. 112 1), la unidad de toda la Escritura la hallamos en la canonicidad de las dos fuentes del Antiguo Testamento: la hebrea y la griega, con la del Nuevo Testamento. Y así, si la hebrea habla de una jovencita o muchacha posiblemente virgen, la griega (reconocida como canónica por los apóstoles y primera comunidad cristiana) nos dice que es una virgen, y Mateo, inspirado de igual manera por el Espíritu Santo, confirma que es una virgen. Esta unidad nos da a entender que en la eternidad de Dios se refería a la Virgen por la que se encarnaría y se haría presente en medio nuestro. Y si es una verdad de fe escondida en Dios desde la eternidad dada a conocer por Jesucristo en su Iglesia (Efesios 3, 8-11), es la Iglesia la única encargada y legítimamente autorizada para así hacerlo. Es por eso que la Tradición de la Iglesia contiene, enseña y proclama como una verdad de fe divinamente revelada la Perpetua Virginidad de María Santísima antes del parto (concepción virginal), durante el parto y después del parto.
Luego la perpetua virginidad de María es un dato de fe contenido en la Biblia y la Tradición de la Iglesia, que el Magisterio eclesiástico y la Iglesia entera desde sus orígenes como Pueblo de Dios nos ha transmitido.
Por consiguiente, es una verdad histórica que sólo puede ser conocida por fe divina, y que la crítica bíblica moderna no puede alcanzar ni entender con solamente la razón. Sólo por fe divina es que el creyente accede al secreto de Dios; secreto que es velado o escondido para los que se creen sabios en este mundo.
Ver segunda parte: El testimonio de Génesis cap. 3
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