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LA UNIDAD DE LA VERDADERA Y ÚNICA IGLESIA DE JESUCRISTO

Signo infalible para identificar la verdadera Iglesia de Jesucristo
Por: Gerardo Cartagena Crespo




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Ver segunda parte: La verdadera y única Iglesia de Jesucristo custodiada por los Apóstoles

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NOTA I. Importante tener la Biblia para la búsqueda de los textos. Se hace así para estimular el uso de la Biblia.

La Biblia nos asegura que en los últimos tiempos vendrán hombres que, con doctrinas de error, engañarán a muchos quienes por el deseo de oír novedades y cuentos de hadas, se dejarán seducir por la mentira para caer en error (ver 1y2 de Timoteo 4,1ss).

Estos son los que atacan, critican y condenan a la Iglesia Católica que, en estos últimos tiempos, tal y como nos advierte el apóstol de Jesucristo, han surgido para, "con palabras suaves y sencillas", engañar y sembrar la confusión y el error. Luego son ellos de los que la Biblia nos advierte que evitemos su veneno. Respetemos y amemos sí, a las personas, pues eso nos manda el Señor, pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados cuando nos atacan y calumnian de la manera como lo hacen.


I. Batalla por la unidad de la única Iglesia de Jesucristo

Efesios 2, 17-22: "Vino como evangelizador de la paz, paz para ustedes que estaban lejos, paz para los judíos que estaban cerca. Por él, en efecto, llegamos al Padre los dos pueblos en un mismo Espíritu.

Así, pues, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos del pueblo de los santos; ustedes son de la casa de Dios.

Ustedes son la casa cuyas bases son los apóstoles y profetas, y cuya piedra angular es Cristo Jesús.

En él toda la construcción se ajusta y se alza para ser un templo santo en el Señor.

En él, ustedes también están incorporados al edificio para que Dios habite en ustedes por el Espíritu." 

La Iglesia, hecha con los tesoros y riquezas del reino de Dios y lo que los hombres le pueden ofrecer: Las obras de salvación en la caridad, la humildad y el arrepentimiento, etc..., es lo más bello y majestuoso que, en Cristo, haya salido de la ‘mano’ de Dios.

Y es que la Iglesia no es algo abstracto, una entidad invisible como aseguran los protestantes para justificar el origen humano del protestantismo, sino ese pueblo que Dios se adquirió con la sangre preciosísima de su Hijo Jesucristo (Hechos 20, 28).

Ese pueblo en el que todos unidos formamos la casa, cuya base son los apóstoles y profetas, y cuya piedra angular es Cristo Jesús (Efesios 2, 20); y en la que todos juntos trabajamos en la obra de Dios (1Corintios 3, 9) y proclamamos sus maravillas (1Pedro 2, 9).

Esta Iglesia es la que Cristo fundó sobre Simón Pedro (Mateo 16, 13-19). Una Iglesia cuyo testimonio es ser sal y luz para este mundo en tinieblas.

Como podemos apreciar en el texto de Mateo 16, 17-18 y el de Hechos 20, 28, Jesús funda una sola Iglesia, no dos ni tres ni mil. Esto es bien importante tener en cuenta, cuando hay tantas sectas e iglesias que se dicen ser la única Iglesia de Jesucristo, oscureciendo en la mente de muchos la verdadera misión y propósito de Cristo para con su Iglesia.

Cuando Cristo dice: "edificaré mi Iglesia", y San Pablo enfatiza "la Iglesia de Dios", es claro que hablan de una sola Iglesia; es claro que, para que haya verdadera unidad en la fe y el conocimiento de Dios, es necesario que haya una sola Iglesia que asegure a los hombres la pureza de la fe y el verdadero designio de Dios para con el género humano.

La teoría protestante, generalmente, enseña que la Iglesia Primitiva, poco a poco, se fue dejando influenciar por ideas paganas hasta adulterar su doctrina y apartarse de la verdad de Cristo. Así mismo lo expresa en su libro "¿Cuál Camino?" Luisa Jeter de Walker. Después de manifestar cómo durante los primeros tres siglos el cristianismo pudo conservar la pureza de la fe gracias, en gran parte, a las persecuciones (pág. 16), da como un hecho de que el triunfo del Emperador Constantino el Grande que indirectamente fue un triunfo para el cristianismo, en realidad sus resultados fueron desastrosos para la Iglesia.

Nota. En parte tiene razón, pues, con el triunfo de Constantino el Grande en el año 312 y con el Edicto de Milán del 313 que concedía a la Iglesia igualdad de derecho y libertad frente al paganismo, trajo como consecuencia el que el Emperador se inmiscuyera en los asuntos que sólo concernían a la Iglesia, creando con ello muchos inconvenientes; pero ello no es indicio de que la doctrina de la Iglesia, que es la enseñanza de Cristo a ella encargada, se adulterase por lo que se apartó de la verdad.

Todo lo contrario. Ello nos hace ver como las fuerzas del mal, aprovechándose de este acontecimiento positivo para la libertad y desarrollo de la Iglesia, iría sembrando la cizaña y el deseo de poder en el corazón de algunos hombres, los cuales por intereses personales (poder, riqueza, autoridad...) desprestigiarían el camino de la verdad como nos lo advierte san Pedro (2Pedro 2, 1-3).

Este acontecimiento de apertura y libertad (según el designio divino manifestado en Cristo de ir por todo el mundo y proclamar el Evangelio a todas las naciones) favoreció el que el Evangelio de Cristo se propagara con mayor libertad y rapidez por todo el imperio, y más allá de sus fronteras. Lamentablemente este hecho positivo para el desarrollo y expansión del cristianismo no es reconocido por quienes quieren ver solamente la parte negativa del hecho y así poder justificar sus acusaciones contra la Iglesia Católica.

**Dice ella que "la decadencia de la Iglesia empezó cuando millares de personas se bautizaron y fueron recibidas como miembros de ella sin haberse convertido verdaderamente, limitándose a añadir a su fe en los dioses paganos la adoración del Dios de los cristianos. Hubo hombres ambiciosos y sin escrúpulos que empezaron a buscar puestos en la Iglesia para obtener influencia social y política, o para gozar de los privilegios y del sostén que el Estado proveía para el clero. De esta manera las formas, los ritos, las ceremonias y las creencias del paganismo se iban infiltrando en la Iglesia cristiana. Los verdaderos hombres de Dios protestaban enérgicamente contra tales cosas, pero ya se había iniciado una larga historia de asociación con otras religiones que apartaría a la Iglesia Católica Romana del camino de la verdad" (pág. 17).

Primeramente, todo el contexto da a entender que ella reconoce que la Iglesia Católica es la misma Iglesia de los primeros tres siglos, y a su vez fundada por Jesucristo, pero que, como se ha visto, se adulteró con el tiempo (pág. 16-17).

Segundo, en su explicación del desarrollo histórico del cristianismo manifiesta algunas contradicciones, por ejemplo, en un párrafo anterior dice:

"Durante más de mil (1000) años, la Iglesia fundada por Jesucristo era una; no era ni Católica romana, ni Ortodoxa griega, ni protestante, sino sencillamente cristiana" (pág. 16).

Esta interpretación de la historia presenta muchas dificultades en el momento de identificar históricamente a esa Iglesia. Si por más de mil años existió esa iglesia cristiana que no era Católica, ni Ortodoxa, ni mucho menos protestante, ¿dónde está la documentación histórica por la que se pueda identificar y confirmar la existencia de tal iglesia? Sensillamente no existen. Vemos, pues, los giros y las maniobras que dan algunos protestantes para justificar el origen humano del protestantismo achacándole a la Iglesia Católica también un origen humano.

La única documentación histórica existente manifiesta y prueba inequívocamente que la Iglesia Católica es la única iglesia cristiana que se identifica con y como la única Iglesia fundada por Cristo. Además, caso curioso, pues es Luisa Jeter de Walker en su afán de desprestigiar la Iglesia Católica la que asegura que, efectivamente, es la Iglesia fundada por Jesucristo (favor de volver a leer el párrafo señalado con dos ** y
analízalo).

NOTA. Esta interpretación de la historia de la Iglesia, es una de varias interpretaciones que dan los protestantes para justificarse, siendo la más popular el que fue el Emperador Constantino I ya el fundador de la Iglesia Católica, ya el organizador de la Iglesia Católica, ya el..., y si seguimos no nos da el espacio.

Este no estar de acuerdo con el origen de la Iglesia Católica por parte de ellos, es evidencia clara de la manipulación y tergiversación de la Historia. Y de hecho, un estudio cuidadoso, serio y sin prejuicio de los datos históricos, así lo demuestran.

Para quien desee datos completos sobre este tema, te invito a que accedas al siguiente enlace. Toca imagen.

¿Fundó Constantino I la Iglesia Católica? Te recomiendo este tratado (extenso y muy completo) una vez hayas leído el que estás leyendo en este momento.




Otra contradicción más grave aún y que me atrevo a catalogar como una blasfemia contra Dios es la siguiente: 

En las dos siguientes oraciones continúa diciendo ella: "Durante ese milenio fueron desarrollándose ciertos elementos y tendencias dentro de la Iglesia, que fueron los que finalmente tuvieron como consecuencia la ruptura. Estos fueron mayormente la degeneración doctrinal, moral y espiritual de la Iglesia y la ambición de sus dirigentes".

¿Por qué debe considerarse una blasfemia contra Dios esta afirmación y juicio contra la Iglesia que Cristo fundó (según ella ha manifestado en otra parte)? Si partimos de la verdad bíblica de que Cristo fundó una Iglesia (favor leer Mateo 16, 18 y Hechos 20, 28); que esa Iglesia estaría asistida y guiada por el Espíritu Santo quien se encargaría de llevarla y mantenerla en el camino de la verdad (favor leer Evangelio de Juan 14, 25-26 y 16, 12-13); que Cristo estaría con ella todos los días hasta el fin del mundo (favor leer Mateo 28, 20); que los poderes del infierno jamás podrán vencerla (Mateo 16, 18); que la Iglesia es la base y el fundamento de la verdad (favor leer 1Timoteo 3, 14-15); y siendo que Luisa Jeter de Walker, sin darse cuenta nos asegura que la Iglesia descrita en el Nuevo Testamento es la Iglesia Católica Apostólica y Romana, no podemos, por tanto, imaginar que una Iglesia así fundamentada y protegida con tantas promesas pueda algún día desaparecer como se pretende hacer ver, máxime si esas promesas vienen de Dios mismo. Es inconcebible que la Iglesia que Cristo fundó haya sido, por fin, vencida por las fuerzas del mal, y que por tal razón hayan surgido innumerables hombres para restaurar y mantener lo que Dios pudo fundar pero no pudo mantener.

De ser cierta esta afirmación, hay que admitir que Jesucristo, a pesar de sus promesas, no pudo mantener a su Iglesia en pie, permitiendo que las fuerzas del infierno la vencieran y destruyeran, y en esta destrucción, Jesucristo ha quedado totalmente desacreditado. De ser así, la obra de la redención y salvación del mundo fue todo un rotundo fracaso.

Ante esta terrible realidad, muchos protestantes han optado por acogerse a la falacia y distorsión histórica de que Constantino es el organizador, e incluso, para otros el fundador del catolicismo romano. Y para justificar la asimilación y desaparición del cristianismo, se acogen a otra falacia (que no está en la Biblia, pues es una invención puramente humana) de la iglesia invisible. ¿Dónde la Biblia dice que la Iglesia es invisible?


Siguiendo el análisis del libro "¿Cuál camino?", como continuación de sus contradicciones comienza, en un tema aparte, lo que ya anteriormente toqué: de como la Iglesia en sus primeros tres siglos pudo conservar la pureza de la fe, hasta que, con la libertad concedida por Constantino, ésta se fue adulterando hasta apartarse, la Iglesia Católica Romana, del camino de la verdad.


Entonces, si es así ¿cómo explicaría el hecho de que si la Iglesia cristiana no era Católica, ni ninguna otra por espacio de mil años hasta desaparecer, ahora la identifique con la Iglesia Católica Romana?

Es lamentable el ver cómo, cuando no se quiere reconocer la verdad de un hecho histórico, se puede llegar, absurda y ridículamente, a estos extremos.

NOTA. En esto, también hay otros protestantes que, ante la enorme cantidad de evidencia de estos tres primeros siglos que señalan inequívocamente a la Iglesia Católica como la continuidad de la Iglesia Primitiva, afirman que, también ésta ya desde los tiempos apostólicos, presenta signos de adulteración y paganizacion, contradiciendo con ello las promesas infalibles de Cristo, ¿o es que también Jesucristo se puede equivocar? Esto yo lo admitiría como creencia de uno que no cree en Jesucristo como Dios, pero que viniera de uno que se dice llamar cristiano, es inconcebible.

La realidad de que Cristo fundó una sola Iglesia se ve fuertemente testimoniada en las Sagradas Escrituras: "mi Iglesia", "la Iglesia de Dios...", "base y fundamento de la verdad"... Y es en ella que Cristo depositó todas las riquezas espirituales, y por la cual se daría a conocer el plan de salvación y la alegría de la redención a todos los hombres.

La Iglesia debe ser no solamente una, sino también signo y fundamento de unidad. Pues así como la verdad es una puesto que existe un solo y único Dios que revela, la Iglesia en la que se ha depositado esa revelación ha de ser una y única.

En la Carta de San Pablo a los Efesios 4, 3-6.13-14, tenemos un fuerte testimonio y fundamento de esta gran verdad. Veamos:

"Mantengan entre ustedes lazos de paz, y permanezcan unidos en el mismo espíritu. Sean un cuerpo y un espíritu, pues al ser llamados por Dios, se dio a todos la misma esperanza. Uno es el Señor, una la fe, uno el bautismo. Uno es Dios, el Padre de todos, que está por encima de todos, y que actúa por todo y en todos.

La meta es que todos juntos nos encontremos unidos en la misma fe y en el mismo conocimiento del Hijo de Dios, y con eso se logrará el Hombre Perfecto, que, en la madurez de su desarrollo, es la plenitud de Cristo".


A. Mantengan entre ustedes lazos de paz, y permanezcan unidos en el mismo espíritu.

Desde el comienzo de este texto ya vemos claramente una visión bíblica de cómo debe ser la única Iglesia de Jesucristo; cuál es la intención y deseos del apóstol: la paz, la cual es posible entre los cristianos si nos mantenemos unidos. Si hoy existen luchas, conflictos, calumnias y mentiras, ataques de unos grupos contra otros es porque hubieron quienes no quisieron, ni quieren escuchar al apóstol, sino a sus propios caprichos e intereses personales. Además, esta unidad de la que habla el apóstol no es puramente abstracta, sino una unidad de cuerpo (visible) y espíritu (invisible).

Para muchos protestantes la Iglesia que Cristo fundó no es visible, sino solamente invisible. Es decir, esa Iglesia de Cristo no tiene estructura ni organismo. Según ellos todos los que profesamos la fe en Cristo formamos esa Iglesia independientemente del credo que se profese. Pero este pensamiento e interpretación choca con una verdad bíblica cuando Cristo dice, por medio de unas parábolas, que no se puede encender una luz para luego esconderla debajo de la mesa, o no se puede ocultar una ciudad edificada en la cima de una montaña. Y si Cristo como maestro es veraz, él es el primero en aplicarse lo que enseña. Sería, pues, una contradicción el fundar una Iglesia (Mateo 16, 18 y Hechos 20, 28) para ser portadora del mensaje de salvación y luz para todos los pueblos (Mateo 28, 18-20 y Marcos 16, 15-16) y refugio seguro para todos los hombres (Mateo 13, 31-32), para luego esconder esa luz, esa ciudad, ese refugio de la mirada e inteligencia humana cerrándole así las puertas del Reino y la verdad total.

Ahora bien, la unidad de la que habla San Pablo en diferentes partes de sus cartas indica que esa unidad no es simbólica o meramente espiritual. El hecho de permanecer unidos en un mismo espíritu, según el contexto de unidad en el Nuevo Testamento, es una unidad de doctrina (Efesios 4, 13-14; Gálatas 1, 6-9), de cuerpo (2Pedro 2, 3-5; 1Corintios 10, 17; Romanos 12, 4-8; 1Corintios 12, 12ss), de apostolado (Efesios 4, 11-12; 1Corintios 12, 28; Hechos 13, 1). Por lo tanto, ante este cúmulo de textos, y muchos más, no podemos aceptar una iglesia invisible pues ello es signo de confusión, desorientación y de querer esquivar la verdad en toda su totalidad, amplitud y responsabilidad.

Esta unidad que es la que predica la Iglesia Católica es la misma que predicó Nuestro Señor Jesucristo la noche en que iba a ser entregado:

"No ruego solamente por ellos, sino también por todos aquellos que por su palabra creerán en mí. Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí, y yo en Ti. Sean también uno en nosotros: así el mundo creerá que tú me has enviado.

Esa gloria que me diste, se la di a ellos para que sean uno como Tú y Yo somos uno. Así seré yo en ellos y tú en mí, y alcanzarán la unión perfecta. Entonces el mundo reconocerá que tú me has enviado, y que a ellos les has dado el mismo amor que a mí me distes” 
--Juan 17, 20-23--

Esta unidad del Padre y del Hijo, que no es abstracta ni simbólica, sino substancialmente real, es la que Jesús quiso y quiere para su Iglesia, puesto que de esta forma es como "el mundo creerá que tú me has enviado".

Si hoy el mundo no cree porque el cristianismo ha perdido mucha de su credibilidad e influencia se debe, en gran medida, a estas divisiones que, como falsas figuras, el hombre, cooperando con el deseo de Satanás, ha ido y sigue inventando, sembrando y fomentando el error y la confusión, el desorden y la duda por medio de la división del cristianismo.

Por eso, la unidad que profesa y predica la única Iglesia de Jesucristo, es un signo visible de la presencia de Dios y de su amor para todos los hombres.


B. Uno es el Señor

Esta verdad es fundamental para darnos cuenta de que, si existe un solo Dios y Señor, ha de haber una sola verdad depositada o contenida bajo una sola revelación. Con esto no quiero decir que Dios no se haya revelado, en parte, a otros hombres en otros tiempos y lugares del mundo, pues muy bien enseña San Pablo: "los dejó que buscaran por sí mismos a Dios, para ver si lo descubrían, aunque fuera a tientas, y lo encontraban, porque no está lejos de cada uno de nosotros" (Hechos 17, 27).

Como ya he mencionado, siendo Dios un Dios de orden e infinitamente sabio, y conociendo la debilidad humana, es natural en él que diera a conocer todo lo que iba a revelar al hombre para su salvación en su totalidad bajo un solo depósito, asegurando así su total conocimiento por parte del hombre. Revelación que sería asegurada por el poder de su presencia contra todo intento de adulteración por parte del Enemigo y de la misma debilidad humana.

Pero existiendo tantas religiones, ¿en cuál de todas ellas Dios depositó toda la verdad revelada?

Si partimos del hecho de que Dios es espíritu, es decir, que no es materia ni está sujeto, como lo estamos nosotros, a las leyes de la naturaleza; que no posee forma, color, peso, dimensiones, todas esas cualidades físicas, que en Dios son imperfecciones, por lo que en él no se dan; que no es hombre, ni animal alguno o vegetal, ni ninguna fuerza natural o abstracta e impersonal... Con todo esto se eliminan casi todas las religiones y creencias a cuyas divinidades se les atribuyen todas estas cualidades de criaturas: como el adorar animales o fuerzas naturales.

Hay otras religiones como el Budismo que por su contenido o enseñanza, más que religión son una forma de creencias puramente filosóficas, pues el Budismo su objeto no es el conocimiento y culto de una divinidad, sino el hombre mismo quién, por medios de actos y técnicas de meditación, se busca llegar al auto-perfeccionamiento. Sobre todo esta "religión" se fundamenta en la reencarnación, creencia que se ha propagado grandemente en occidente. Por eso, el Budismo es considerado como la religión sin Dios.

Es un hecho que el ser humano a lo largo de la historia, unos más, otros menos, ha despreciado y rechazado a ese Único Dios y Señor. Es cierto también que, a pesar de las continuas indiferencias e infidelidades por parte del hombre para con Dios, Dios siempre ha salido a su encuentro. Es verdad también que el hombre, por su condición de rebelde y que por el daño ocasionado en sí mismo por el pecado, le es imposible reparar y sanar ese daño y esa ruptura entre Dios y él. Pero es una gran verdad que Dios, queriendo salvar al hombre, quien por sí mismo nunca jamás podría lograrlo, se manifiesta y se revela en su Hijo amado; y es por él y en él que los hombres alcanzamos salvación. Es él, en su única Iglesia, quien nos muestra el camino seguro y perfecto hacia el Padre.

De tal manera que si sólo hay un único Señor, ha de haber una única revelación que contenga todo lo que Dios quiere revelar a los hombres para su salvación; si hay una única revelación ha de haber una sola Iglesia donde Dios haya depositado todo el mensaje de salvación en su totalidad para que, custodiada y protegida, llegue íntegra y en su totalidad a todos los hombres de todos los tiempos en todo el mundo, en Jesucristo.


C. Una la fe

Si partimos de la verdad bíblica de que el deseo de Dios es que todos nos encontremos unidos en un mismo cuerpo y un mismo espíritu, así como el Padre y el Hijo son uno, es de suponer que esa verdad revelada esté depositada bajo una misma y única fe. Esto se entiende claramente cuando vemos como el protestantismo, ya desde sus inicios, se ha ido dividiendo y subdividiendo en otras tantas sectas e iglesias que profesan ser la Iglesia única de Cristo. Más todavía, cuando vemos que lo que enseña una, la otra lo contradice.

Es que, no es meramente decir "yo creo en Dios y Jesucristo es mi único Dueño, Señor y Salvador personal", si la Palabra de Jesús es menospreciada y rechazada. Ante esta realidad, Jesús nos dice:

"Al que escucha mi Palabra pero no la obedece, no seré yo quien lo condene, porque yo no he venido a condenar al mundo sino a salvarlo.

El que me desprecia y no hace caso de mi Palabra tiene quien lo 
juzgue y condene: será mi propia Palabra; ella lo juzgará el último día” --Juan 12, 47-48).-

Es lamentable el ver cómo, ante estas palabras de advertencia y a la misma vez liberadoras, muchos se mantienen indiferentes y, aún sabiendo y conociendo los mandamientos de Dios, no quieren escuchar y se resisten a la verdad. Más lamentable es cuando son muchos los que llamándose cristianos son los primeros, ya por conveniencia o por otra razón, que ignoran o rechazan esa palabra: la de seguir las normas y leyes que Dios, por medio de su legítima Iglesia nos ha dado para nuestro bien y salvación eterna.

La unidad e integridad de Dios, su Sabiduría y Perfección infinita no da lugar a una revelación desmembrada y dividida, como si Dios, por trozos, la hubiese repartido entre los hombres para que cada quien haga con su "pedacito" de verdad una religión diferente.

De tal manera esta unidad de doctrina, moral y espiritualidad es tan importante que San Pablo llama a la Iglesia "Pilar y base de la verdad" (1Timoteo 3, 14), porque es en ella en la cual Cristo ha depositado todo el contenido de la revelación para la salvación de todos los hombres. Este signo de unidad en una sola fe se ve reflejado y contenido claramente en la Iglesia Católica, pues, su origen histórico desde los apóstoles, como puede ser demostrado, y según las promesas de Cristo de que nunca dejará de existir y que permanecerá siempre en la verdad, confirman ser la única y verdadera Iglesia de Jesucristo.


D. Uno el bautismo

"Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo” --Mateo 28, 18-20--

"El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos participe de su misión (Cc. de Florencia: DS 1314; CIC can. 204, 1; 849; CCEO 675,1).

De tal manera el Bautismo es signo de unidad en un mismo cuerpo, la Iglesia, puesto que profesamos una misma y única fe en un mismo y único Señor.

El deseo de unidad de San Pablo -y requerido en todo el Nuevo Testamento- se ve claramente reflejado en todo el contexto: Unidos en un mismo cuerpo y un mismo espíritu, unidos en el mismo conocimiento de Dios, unidos por la misma fe, y para que esa unidad se confirme y fortalezca debemos también unirnos bajo un mismo Bautismo.

Es lamentable ver como católicos, que una vez formaron parte de la verdadera y única Iglesia de Cristo, la abandonen para, en otra iglesia, recibir otro bautismo; digo otro, pues, una vez recibido el bautismo ya no puede repetirse. El pretender repetir el bautismo cada vez que se cambia de iglesia es signo de falta de unidad entre los protestantes. La Iglesia Católica reconoce el bautismo protestante o cualquier otro bautismo en el que se haya utilizado el agua y, sobre todo, las palabras o fórmula correcta: "Yo te bautizo (mientras se sumerge en el agua o rocía con agua en la cabeza) en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Es por eso que cuando un protestante se convierte a la fe católica y que ya fue bautizado bajo la fe protestante, la Iglesia Católica no lo vuelve a bautizar, sino que realiza en él los actos litúrgicos que aún le faltan y la profesión de fe.

Las sectas o congregaciones que por sus creencias y, por lo tanto, la forma incorrecta de aplicar el bautismo, para la Iglesia Católica no son validos; así los Testigos de Jehová, los Sólo Jesús y otras muchas sectas. Por eso, tanto el sacerdote como los demás líderes laicos, en la integración a la fe católica de algún converso de otra iglesia, deben cerciorarse a qué iglesia perteneció, cuáles son sus creencias y la forma y fórmula utilizada en su bautismo en esa otra iglesia.


E. Uno es Dios

La verdad de la existencia de un solo Dios, como ya he mencionado y que quiero recalcar para que se vea la importancia de esta verdad de fe, es que Él mismo es signo de unidad: una revelación íntegra y completa, depositada en un mismo y único cuerpo, que es la Iglesia, que da seguridad en una sola y misma fe, que es confirmada y entregada bajo un mismo y único bautismo. Todo esto se encuentra custodiado en una sola y única Iglesia: la que Cristo fundó y que históricamente es la única que puede probar su origen apostólico.

De esta manera, en esta Iglesia Católica se cumple aquella visión de San Pablo, que es el deseo de Dios: encontrarnos "todos juntos, unidos en la misma fe y en el mismo conocimiento del Hijo de Dios" (Efesios 4, 13-14).



Resumen bíblico del tema de la unidad de la Iglesia de Jesucristo. Toca este enlace.

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