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BIBLIA - ATEÍSMO - INTERPRETACIÓN

Gerardo Cartagena Crespo





¿Por qué el Dios de la Biblia es el Dios verdadero? Si estudiamos a profundidad todas las religiones desde las más antiguas hasta las modernas, veremos que, mientras todos los pueblos y culturas han creado y desarrollado formas de entender la naturalaza adjudicándole cualidades divinas y el modo de acercarse a la divinidad, el Dios de la Biblia es el Dios que sale al encuentro del ser humano y se le revela, no como una entidad o fuerza misteriosa de la naturaleza, sino como el creador y gobernador absoluto de toda ella. El Dios de la Biblia es el Dios que con amoroso cuidado sale en busca del hombre que de Él se ha alejado, para sanarle, invitarle al arrepentimiento y el perdón y, devolverle así, el estado de gracia que había perdido...

Nota. Como ya he mencionado en otros artículos relacionados, pero aquí lo repito para quienes aún no lo han leído, el propósito de este artículo no es convencer a los que no quieren creer, pues para quien no quiere ni le interesa creer en Dios no existe argumento que lo convenza por más evidente que éste sea. Como me dijo un ateo: "Gerardo, yo no creo en Dios; y si Jesucristo se apareciera ahora mismo lo rechazaría y despreciaría"; y otro: "yo soy así, y ni Dios me puede cambiar". Luego no es posible ni existe argumento para este tipo de increencia. Lo que he de presentar aquí es para que el creyente católico conozca y entienda que la fe no es algo que se fundamenta en el vacío, ni se apoya en cuentos de hadas (como acusan y juzgan los no creyentes), sino que, a pesar de la parte oscura de la fe (pues si ésta fuese evidente como se evidencia en un laboratorio y que los no creyentes exigen que así debería ser, ya NO sería fe ni sería meritoria) ésta también se apoya en la razón aunque iluminada por la gracia. Por eso, por vía de razón, tanto en filosofía como en teología se puede indagar en aquello que la ciencia no puede acceder pues no forma parte de su campo de estudio. Y por eso este articulo va dirigido prioritariamente a los creyentes que quieran dar respuestas racionales de su fe para quienes se la pidan o a quienes pretendan que el cristianismo se basa en fábulas y mitos.


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A diferencia de otros libros sagrados, la Biblia no es un solo libro, sino una colección de libros escritos por diversos autores humanos (llamados hagiografos) que, según nuestra fe judeo-cristiana, fueron inspirados por Dios en diversas épocas a lo largo de más de mil años, y cuyas situaciones político-culturales influyeron en el cómo y la manera de transmitir el mensaje divino.

Hay quienes pensarán que, cuando se dice que la Biblia es palabra de Dios, es que Dios o un ángel estuvo susurrando al oído del hagiógrafo o dictando audiblemente lo que Dios quería que fuese escrito. Cuando se habla de la inspiración divina de la Biblia, lo que se quiere decir es que Dios inspira a determinado autor a escribir, por ejemplo, lo que se ha ido transmitiendo por tradición la historia del pueblo de Israel; o alguna enseñanza o doctrina, por medio de las diversas formas literarias, en la que la situación cultural y política influye en la manera o modo de transmitir tales enseñanzas.

De aquí la importancia de conocer y entender las razones que tenemos los cristianos para asegurar y creer que la Biblia es palabra de Dios escrita y en qué sentido hay que entender esta verdad.

Para conocer, aceptar y creer que la Biblia es palabra de Dios escrita, tengo que, como primera razón fundamental, creer en Dios. Los que no creen en Dios o tienen duda de su existencia, o admiten la posibilidad de su existencia pero la imposibilidad de que se revele o que pueda ser conocido, no admitirán que la Biblia sea palabra de Dios revelada y, por ello, la imposibilidad de que Dios se haya revelado a la humanidad.

Si Dios existe como el Amor y la Misericordia, la razón nos dicta que Dios, de hecho, se tiene que haber revelado de muchas maneras y en la verdad plena, total, absoluta. Pero creer no en cualquier dios como en las religiones animistas donde los dioses se identifican con la naturaleza (animales, plantas, seres inanimados y fuerzas de la naturaleza), todo ello son criaturas del verdadero Dios; tampoco con las religiones politeístas donde el comportamiento y acciones, descripciones físicas y anatómicas de los dioses es más a semejanza de los hombres que de Dios. Dios no posee forma física, no es hombre ni mujer, ni posee ninguna semejanza con criatura alguna. En Dios, que es espíritu puro, en el Absoluto, tales semejanzas serían limitaciones y, por ello, imperfecciones. El Dios en el que hay que creer para poder creer en la Biblia como palabra divinamente revelada, es el Dios creador y gobernador de todo cuanto existe y, por lo tanto, es omnipotente y eterno, y que, como dato revelado, es un Dios próximo, que se acerca al ser humano y quiere entablar con él una relación de amor y amistad. Es el Dios que nos invita a unirnos a él, para hacer de este mundo un paraíso, no un infierno en el que lo hemos convertido con nuestros rechazos y desprecios a su voluntad y santas leyes. En esto consiste parte del mensaje y verdad contenido en la Biblia, sobre todo, el mensaje de redención y salvación fundamentado en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Ahora bien, otros datos que debemos de tener muy en cuenta para creer en la Biblia como palabra de Dios revelada son los siguientes.

¿Por qué el Dios de la Biblia es el Dios verdadero? Uno de los argumentos de los ateos, agnósticos y no creyentes en general aseguran, como argumento a su increencia, que Dios es una invención intelectual del ser humano, que lo ha llevado a desarrollar sicológica, política y culturalmente todo un sistema religioso ya sea para tratar de explicar lo que es incomprencible y misterioso en la naturaleza (de ahí el culto y divinización de los astros, los animales, los árboles, y ambientes naturales como lugares sagrados, y el desarrollo de mitos para tratar de explicar ciertos hechos y acontecimientos naturales y de la misma cultura humana), o para tratar explotar y controlar a otros seres humanos por medio de la ignorancia y el miedo.

Si estudiamos a profundidad todas las religiones desde las más antiguas hasta las modernas, veremos que dicho argumento de los no creyentes contra la religión en algunos aspectos hay algo de verdad, pero equivocado en un punto el cual analizaremos enseguida.

Mientras todos los pueblos y culturas han creado y desarrollado formas de entender la naturalaza adjudicándole cualidades divinas y el modo de acercarse a la divinidad, el Dios de la Biblia es el Dios que sale al encuentro del ser humano y se le revela, no como una entidad o fuerza misteriosa de la naturaleza (como hubiese sido el caso de haber sido una invención humana), sino como el creador y gobernador absoluto de toda ella.

Mientras en los demás pueblos y culturas a la divinidad, que es identificada con la naturaleza, se la representa con imágenes y esculturas, el Dios de la Biblia rechaza total y absolutamente toda identificación de su ser divino con cualquier criatura u obra creada por el ingenio humano.

Deuteronomios 4, 15-20: Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura masculina o femenima, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por el suelo, figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la tierra.

»Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo, pero a vosotros os tomó Yahveh y os sacó del horno de hierro, de Egipto, para que fueseis el pueblo de su heredad, como lo sois hoy."
Mientras en los demás pueblos y culturas a la divinidad se la concibe y representa con cualidades y comportamientos humanos (dioses en forma de hombre o mujer, el nacimiento o la muerte de un dios, guerras, peleas, odios y venganzas, amorios y celos... Toda una representación divinizada de la naturaleza humana, y en muchos otros casos de naturaleza puramente animal), el Dios de la Biblia se aleja infinitamente de tales representaciones dando a conocer su verdadera naturaleza.

“Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: ´El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes´; y ellos me preguntan: ´¿Cuál es su nombre?´, ¿qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: ´Yo soy´ me ha enviado a ustedes»” Éxodos 3, 13-14.

Dijo Jesús a la mujer samaritana: «...Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad» Juan 4, 23-24.

Por consiguiente, en cuanto al ser natural de la divinidad y su origen no existe ningún paralerismo entre la cosmogonía de todos los pueblos y culturas con el Dios de la Biblia, que no es revelado, sino que él mismo se revela, primeramente a un pueblo y luego a la humanidad entera por medio de su Hijo Jesucristo.

Mientras en los pueblos se desarrolla toda una cultura de prejuicios contra los más débiles (mujeres y niños en primer lugar), de explotación y sacrificios humanos a las divinidades, de esclavitud y segregación racial como las castas (como sucede hoy en día en la india), el Dios de la Biblia manifiesta su total oposición y rechazo a tales actos humanos que son un reflejo de su perversidad y rechazo a la Verdad. Cuando Dios se revela al ser humano, también revela Su plan de redención y salvación como respuesta a la condición de caída y pecado que envuelve a la naturaleza humana.

El ser humano ya no tiene que buscar explicaciones cosmogónicas en la naturaleza para tratar de explicarla y entenderla, pues ella se explica y se entiende desde el Dios que se revela como el creador, gobernador y conservador de toda ella.

Cuando Dios se revela da a conocer la verdadera naturaleza y dignidad del ser humano, dignidad que sólo puede venir de su Creador.

«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» Génesis 1, 26a.

Como persona con naturaleza, a parte de humana, espiritual en relación con su Creador, y, por ello, independiente y diferente a los animales puramente materiales.

«Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó» Génesis 1, 27a. En la revelación del Dios que se manifiesta, el término ´hombre´ no es exclusivo del varón sino que se incluye a la mujer (es por eso que algunas ediciones de la Biblia no utilizan el término ´hombre´, sino más bien el de humanidad o ´el ser humano´). Es así que, el Dios de la Biblia da a conoser, como primer elemento a ser considerado contra todo prejuicio hacia la mujer, el que ella comparte con el hombre la misma dignidad e igualdad. Es por ello que...

...les dijo Dios «...que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles». Génesis 1, 26b; Y los bendijo Dios y les dijo: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra» Génesis 1, 27b.

El Dios de la Biblia deja bien claro que su mandato divino iba dirigido tanto al varón como a la mujer por igual; que ellos, por igual, iban a ser los dueños y custodios de la creación física o material; y que eran los responsables de custodiarla y cuidarla. La tragedia de la desobediencia y caída de nuestros primeros padres, destruye este proyecto divino de igualdad y armonía, de aquí que Dios se escoge un pueblo, con todo y a pesar de sus defectos, para establecer una alianza de relaciones mutuas, que culminará en una definitiva y eterna alianza con la humanida por medio del sacrificio redentor de su Hijo.

Las contradicciones históricas y culturales del pueblo de Israel al Dios de la misericordia y del amor, no son para nada signos de defectos u errores de la divina revelación, como aseguran los incrédulos, sino que, lo que tenemos que tener muy en cuenta es la narrativa histórica de un pueblo escogido por Dios que, en muchas ocasiones se ha mostrado rebelde al plan amoroso del Creador.


Cuando los ateos contraponen el relato de la creación en seis días narrados por la Biblia frente a los datos científicos que afirman que el universo dio inicio hace unos 14 mil millones de años, suelen presentar este hecho como una total contradicción a la verdad. Este argumento, claro, es por pura conveniencia puesto que si la ciencia afirma categóricamente que el universo no es eterno, sino que tuvo un principio, es evidente que Alguien tuvo que crearlo, pues él mismo no puede darse su existencia. Pero aun así no importa, dicen ellos, todos estos datos científicos contradicen la Biblia puesto que no puede ser verdad lo que ella enseña, por consiguiente Dios no existe.

Este es un sofisma de lo más absurdo que se pueden inventar para negar lo innegable. Lo primero que hay que aclarar y establecer es que, la creencia de que hay que interpretar de modo literal los seis días de la creación tal y como están narrados en el Génesis, es creencia reciente con el que ciertos grupos de protestantes quisieron contrarrestar las ideas evolucionistas que se estaban desarrollando y esparciendo por los ambientes intelectuales. Pero la realidad es que, "para quienes sienten la necesidad del apoyo de la tradición cristiana, señalaré que san Agustín dijo que los "días" de la creación no eran días divididos por el sol, sino días divididos por Dios. Entre quienes creyeron que los días de la creación no eran necesariamente días solares estuvieron san Ireneo, apologista y mártir del siglo II; Orígenes, apologista del siglo III; san Basilio, obispo de Cesarea, del siglo IV; y santo Tomás de Aquino, teólogo del siglo XIII. Esta tradición se remonta incluso al antiguo pensamiento judío, pues la creencia en que los días del Génesis no se han de tomar al pie de la letra fue sustentada también por los escritores judíos del siglo I, Filón y José Flavio. Es claro que no se puede afirmar que estas antiguas opiniones se amañaron para hacerlas coincidir con los descubrimientos de la ciencia moderna. (¿Se Puede Probar que Dios Existe? Pag. 195).

Con relación a la Biblia y Dios hay que considerar unos principios de vital importancia.

Primer principio a considerar. La Biblia no es un libro de ciencia, sino de fe y salvación, por lo tanto, la Biblia me va a llevar a descubrir cuál es la voluntad de Dios para mí señalándome la postura que debo asumir en cara a mi salvación eterna: la eternidad junto al Amor o la eternidad en el más aparatoso y espantoso vacío existencial: el odio. (Cada quien elegirá lo que quiere para sí). Por lo que la Biblia no pretende enseñarme cómo se hizo el cielo, sino quién lo hizo y lo gobierna (en el sentido material), y cómo llegar al cielo (en el sentido espiritual: la salvación eterna).

Segundo principio a considerar. La existencia de Dios no se basa ni depende de la Biblia; al contrario, la Biblia existe porque Dios, valiéndose de hombres que, a lo largo de muchos siglos (con su modo de pensar, su cultura y su manera de ver el mundo según su época y sociedad en la que estaban insertados), fueron escribiendo, inspirados por Dios, verdades de fe contenidas en las narraciones históricas, doctrinales o sapienciales o poesías y proféticas con el fin de dar a conocer un Plan. Plan que iba dirigido a restaurar el daño producido por el hombre al rebelarse contra Dios. Plan que culminaría con la Pasión, Muerte y Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo --Dios hecho hombre--. Esta es la Obra Magna de Dios. Esta es la Historia y la Verdad contenida y revelada por Dios en la Biblia y la que hay que buscar en Ella: una Historia de Redención y Salvación. El Amor manifestado a los hombres y revelado y enseñado, por medio de la Iglesia (Efesios 3, 8-11), hasta el fin del mundo (Mateo 28, 18-20).

Tercer principio a considerar. Las aparentes contradicciones, más que negar la verdad bíblica, enmarcan su origen humano (los hombres que escribieron al modo humano) y divino (Dios quien se vale del instrumento humano para revelar --dentro de las narraciones humanas-- las verdades que debemos conocer y creer). Luego si en la Biblia existen contradiciones es porque quienes escribieron eran hombres, no ángeles; y estaban inspirados, no poseídos; y por estar inspirados por Dios, es la verdad revelada de Dios la que hay que buscar en los diversos géneros literarios que encontramos en la Biblia, y no quedarnos meramente con la cultura y el pensamiento humano de la época que en ella se refleja.

Por eso, Dios, para evitar malos entendidos y que las contradiciones humanas (reflejo de la libertad de los escritores humanos o hagiógrafos) no fuese un estorbo para la verdad de fe, en su Hijo Jesucristo, instituye la Iglesia para darnos a conocer, por medio del Magisterio eclesiástico, la verdad plena que se desprende de la interpretación correcta de la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica. (Ver como referencia Efesios 3, 8-11; 1Timoteo 3, 14-15; Juan 14, 25-26 y 16, 12-13).

Cuarto principio a considerar. La Biblia, como Palabra de Dios, es una verdad que creo por fe divina dictaminada, enseñada y argumentada por la Iglesia. Es decir, es la Iglesia fundada por Jesucristo, y no la misma Biblia, quien me dice y asegura que la Santa Escritura es Palabra de Dios escrita, y en ella está contenida parte de la verdad revelada. Si la Iglesia sólo se hubiese manifestado en torno a la Biblia como libro no inspirado y lo utilizara como mero documento histórico y de simple enseñanza religiosa, en nada afectaría nuestra fe en la verdad de Dios y en lo que Él nos ha revelado, pues es la Iglesia (como lo he demostrado ya en otros tratados) la legítima y única autorizada para custodiar, enseñar y transmitir, con la
ayuda del Espíritu Santo, la Verdad Revelada (ver Hechos 20, 28 y 15, 24.28.)

Así pues, basarse en aparentes contradicciones en su contenido y con las verdades científicas para negar la verdad de Dios, es tergiversar la realidad de las cosas y aferrarse y fundamentarse en castillos de arena a la orilla del mar con fuerte oleaje.

Quinto principio a considerar. Si la Biblia no hay que interpretarla literalmente en muchas de sus partes, cómo se debe interpretar aquellos hechos y eventos por los que Dios se manifiesta de modo extraordinario, ¿o también hay que interpretarlos simbólicamente? Lo importante es que no podemos caer en la trampa de que, si hay textos que deben ser interpretados simbólicamente ello quiere decir que hay que hacer lo mismo con toda la Biblia. No. Lo que sí debemos tener muy en cuenta es que (a diferencia de todas las religiones --antiguas y modernas-- donde el ser humano busca, en los entes y fuerzas de la naturaleza, seres divinos a los que se acerca y da culto, a los que teme y trata de aplacar, a los que identifica con seres de la creación con sentimientos y pasiones humanas...) la Biblia se escribió para transmitirnos un Mensaje y una Historia de Salvación, cuya maravilla y grandeza es que el Dios que en ella se manifiesta es un Dios que busca y se acerca al ser humano; un Dios que quiere hacerse amigo de su criatura; un Dios que, a diferencia de otros dioses, se escoge un Pueblo para mostrar su misericordia (Deuteronomios 4, 32-40). Un Dios que, con grandes portentos, se da a conocer. Ahora bien, los grandes portentos y milagros que encontramos en la Biblia por los que Dios se revela y se manifiesta, son hechos que debemos creer por fe, aunque no por ello imposibles de demostrar. Veamos un caso muy típico que sirvió de base y argumento en el juicio contra Galileo Galilei:

Josué 10, 12-14: "Aquel día en que Yahvé le entregó a los amorreos, Josué se dirigió a Yahvé, y dijo a la vista de todo Israel: «Detente, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.»

Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo hubo tomado desquite de sus enemigos. Así está escrito en el Libro del Justo. El sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a ponerse casi un día entero. No hubo día igual, ni antes ni después, en que Yahvé haya obedecido una orden de un hombre. Es que Yahvé peleaba por Israel".

Tanto para ateos como para incrédulos en general la narración no pasa de ser una leyenda, que no tiene base histórica pues, ¿cómo un acontecimiento de tan gran magnitud, si hubiese sido verdad el hecho, no quedó registrado en otras culturas? Es lógico suponer que si el sol se detuvo por casi todo un día, otros pueblos se hubieran percatado del fenómeno y sus sabios lo hubiesen consignado de alguna manera, ya sea por algún tipo de escritura o representación por dibujos. Como no existen tales pruebas que den fe del hecho, hay que concluir que tal acontecimiento no ocurrió.

Es un hecho que cuando Dios se manifiesta de un modo extraordinario lo hace de tal manera que el acontecimiento se vea que es obra Suya, pero a la misma vez de tal manera que no violente la libertad humana.


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De esta manera Dios será hallado, y él se dejará encontrar y ver por quienes sincera y humildemente lo busquen; pero permanecerá oculto para quienes en su soberbia le dan la espalda y ni se interesan en buscarle.
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Entonces, a lo que quiero llegar, ¿pudo Dios realizar tal acontecimiento de tal manera que sólo pudo ser percibido por Josué y los presentes en el campo de batalla y no por otros pueblos y culturas? La respuesta de muchos es que es imposible que ello haya ocurrido así. Entiendo la respuesta del ateo e incrédulo, pero ¿deberá ser tajantemente esa la respuesta del creyente, o debemos admitir la otra posibilidad de que sólo el pueblo de Israel se diera cuenta del acontecimiento? Si para el creyente Dios lo puede todo (omnipotente), y no pudo realizar tal acontecimiento (ya porque es imposible que haya ocurrido tal suceso y que otros pueblos no se hayan dado cuenta del mismo), ¿habrá que admitir, entonces, que Dios no lo puede todo?, o simplemente Dios no realizo tal evento.

Para dejar la idea bien clara de lo que quiero presentar, narraré el siguiente caso en el que hubo sobre setenta mil testigos (tanto creyentes -en su mayoría- como ateos e incrédulos que fueron a ver y a desenmascarar -según ellos- lo que iba a ser el fiasco y el hazme reír del momento). Aconteció para 1917, en Fátima, Portugal, que a tres pastorcitos (dos niñas y un niño) se les apareció la Santísima Virgen María, Madre de Jesucristo --verdadero Dios y verdadero hombre--, desde el 13 de mayo (y cada día 13 de mes) hasta el 13 de octubre en donde la Madre de Dios les había prometido que ocurriría un gran milagro que sería visto por todos los presentes. Llegado el día señalado (13 de octubre) y desde el amanecer con una lluvia persistente, pero que no desanimó a los miles de peregrinos, curiosos, reporteros, ateos (sobre todo del gobierno), e incrédulos en general a asistir al lugar de las apariciones.

Luego que Nuestra Señora se les apareció a los tres pastorcitos, Ella les indica que miren al cielo. Las nubes se retiraron y apareció el Sol que comenzó a danzar en el cielo (manifestación que sí fue vista por los aproximadamente 70,000 asistentes). De repente como que el Sol comienza a caer de las nubes a la tierra, y el pánico se manifestó en los presentes (hubo griterío, corre y corre y gran asombro) hasta que el Sol
volvió a su estado y lugar original. De repente la gente comenzó a darse cuenta de que el suelo estaba seco, sus ropas estaban secas, y gran cantidad de milagros ocurridos durante la manifestación. En pocas palabras te he presentado ante tu entendimiento un acontecimiento ocurrido y que fue visto por unos setenta mil testigos, incluyendo ateos e incrédulos. Ante tu voluntad está el que lo quieras creer o no. Pero el hecho histórico está y con bastantes argumentos y pruebas a su favor.

Ahora bien, lo que se ha llamado la "danza del Sol", fue un acontecimiento visto solamente por los asistentes y no por el resto del mundo. Lo que quiero decir es que, así como Dios realizó un evento sobre un ente físico, el Sol (que es visto por la mitad del mundo en esa hora), que sólo fue contemplado por los asistentes al lugar de las apariciones sin ninguna manifestación externa del sitio, Dios, omnipotente, puede también detener, no ya el Sol, sino también el universo entero ante la mirada de unos pocos privilegiados sin que el resto del mundo se entere.

Por lo tanto, la verdad de que Dios pudo detener la marcha del sol en el firmamento cuando Josué así lo ordenó, y sin que el resto del mundo se diera cuenta del suceso, para Dios es completamente posible.

Para el ateo y el incrédulo tal acontecimiento es imposible y absurdo (por las razones aludidas de falta de documentación extra bíblica y otras razones. Como incrédulo me refiero también a todo aquel que dice creer en Dios, pero no es capaz de aceptar que Dios puede realizar cosas como esas, y se encierra en un falso respeto humano que lo lleva a preferir negar que Dios pueda manifestarse de esa manera, antes que quedar en ridículo ante los no creyentes o ante los que practican otra fe); mientras que para nosotros, los creyentes, sí es posible. Y no me avergüenzo en manifestar que Dios sí pudo realizar tal hazaña, al igual cuando por Moisés abrió el Mar Rojo para que su Pueblo pasara en seco; de igual modo, cuando Josué mandó que las aguas del río Jordan se dividieran y así sucedió; o cuando descendió fuego del cielo y consumió la víctima ofrecida por el profeta Elías ante los cuatrocientos cincuenta profetas del dios Baal que estuvieron toda la mañana intentándolo, invocando a su falso dios, y no sucedió; y otros acontecimientos sobrenaturales más del Antiguo Testamento; e igualmente doy fe de creer en los hechos y milagros narrados en el Nuevo Testamento, y eso no me hace creerme ver hacer el ridículo ante los ateos, incrédulos y creyentes de otras confesiones ajenas al cristianismo, puesto que lo que nos distingue de todos ellos es nuestra fe en un Dios que se hace presente en la Historia de un modo especial y maravilloso para la salvación del mundo.

Ahora bien, esto no quiere decir que Dios no se haga valer de eventos naturales para realizar algunas de sus obras o hazañas. Y así, es muy posible que en el acontecimiento del Mar Rojo Dios lo haya realizado por medio de un evento natural. Muchos creen que, como en la película de Los 10 Mandamientos, en el momento que Moisés extiende los brazos en ese instante las aguas del mar se dividieron. Leemos en el Libro Santo que “Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo retroceder el mar mediante un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y las aguas se dividieron” (Éxodo 14, 21)Cuando se dice que el viento sopló toda la noche, se entiende o puede interpretarse que el mar no se dividió inmediatamente como se suele pensar, sino que tal proceso tomó toda la noche. En un documental de Discovery Chanel explicando esta hazaña se utilizó simulación digital y se llegó a la conclusión de que, científicamente era posible que un viento de unos 100ks/h pudiera realizar tal evento.

Por eso, a pesar de tales prodigios, se puede entender el por qué el Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, continuó rebelándose y renegando de Dios que los liberó.

Tal y como sucede desde Jesucristo hasta nuestros días que, a pesar de las innumerables intervenciones milagrosas y extraordinarias de Dios en la historia de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, todavía son legiones (incluso dentro de la misma Iglesia) que se resisten a creer en los milagros y en la presencia de Dios en medio nuestro. Milagros Eucarísticos, apariciones marianas aprobadas por la Iglesia, milagros de sanaciones físicas inexplicables, cuerpos de santos incorruptos de manera también inexplicables, conversiones de grandes pecadores, grandes obras de caridad, de beneficencia y social en todo el mundo, la permanencia de la Iglesia por los últimos veinte siglos a pesar de las persecuciones y, sobre todo, de los escándalos... Toda una serie de signos, prodigios y testimonios que dan fe de la verdad y realidad objetiva de Dios, de Jesucristo y su Iglesia.

Una cosa es cuando Dios utiliza experiencias humanas (como las vividas por los hagiógrafos) para, a modo de poesía o parábolas (como las narradas en los primeros once -11- capítulos del Génesis), transmitirnos y darnos a conocer unas verdades que hasta ese momento no pueden ser entendidas en su totalidad, pero que serán manifestadas por el Espíritu Santo en Jesucristo a través de su Iglesia; otra cosa son los acontecimientos y hechos históricos del Pueblo escogido por Dios desde Abrahán hasta el último de los profetas y primero del Nuevo Testamento, San Juan Bautista, por medio y a lo largo de dicha historia Dios se manifestó de un modo maravilloso y portentoso por medio de milagros y eventos sobrenaturales. Si Dios así lo ha hecho es porque quiere manifestar a la humanidad su realidad existencial, su amor y misericordia.

Él es, a diferencia de las divinidades de otras religiones, el Dios que busca y llama a todo el que quiera escuchar y dejarse tocar por el Amor, la Bondad, la Hermosura, la Felicidad... Te toca a ti el escuchar y aceptar su llamado o rechazarlo.


Biblia y Fe

Como católico creo por fe que la Biblia es Palabra de Dios y que dice la verdad. Y su contenido y propósito es dar a conocer una verdad religiosa, no científica ni rigurosamente histórica. Pero mi fe no se fundamenta sólo y exclusivamente en la Biblia, sino en lo que Dios nos ha revelado en la Persona del Hijo por medio de su Iglesia (ver Efesios 3, 8-11). Y es esta Iglesia la que nos ha dado la Biblia.

Si desaparecieran del mundo todas las Biblias, ¿qué sucedería? Mi fe seguiría intacta. ¿Y la tuya?

Ahora bien, el problema de que si la Biblia dice o no la verdad, más que de contenido es un problema de interpretación. Por eso cuando veo y oigo ateos tratando de probar por la Biblia que Dios no existe por las contradicciones científicas e históricas que se dan en ella, no sé si reír o llorar por la enorme ignorancia que tienen de ella y de la naturaleza de Dios. Si se dedicaran a estudiar y conocer la doctrina oficial de la Iglesia Católica sobre la debida interpretación de la Biblia y sobre la naturaleza de Dios, tal vez no incurrirían en tales torpezas producto de su ignorancia, ¿o malicia?

Escuchemos a James E. Hanson, C.S.C., exponer y explicar con toda claridad esta verdad.

«Para los católicos, la lectura personal de la Biblia, tal como la recomienda el Vaticano II, y los grupos de estudio bíblico en el hogar han sido una inmensa bendición para la fe de la Iglesia, pero también una fuente de confusión para muchos... Por falta de auxiliares de estudio equilibrados, muchos han acabado por «desmitificar» la Biblia, hasta vaciarla por completo de todo carácter de milagro, de hecho histórico o de verdad trascendente. En el extremo opuesto, a otros los ha seducido intelectualmente la engañosa claridad del fundamentalismo del siglo XX. El primer grupo tiende a eliminar de la divina revelación y de la fe personal lo formalmente sobrenatural. El segundo grupo tiende a negar la índole de los textos inspirados, como obra condicionada por su historia, y a soslayar las estructuras finitas del conocimiento humano, mediante el cual Dios comunica su palabra. Ninguno de los dos extremos está de acuerdo con la fe católica...

»El carácter inspirado de la Escritura consiste en tener a Dios como su principal autor, que usó hombres... como «verdaderos autores». Como para los católicos las Escrituras están inspiradas por el Espíritu Santo, “resulta que los libros de la Escritura deben ser reconocidos como texto que enseña firme, fielmente y sin error la verdad que Dios quiso poner en los escritos sagrados, con miras a nuestra salvación” (Vaticano II, D.D.Divina Revelación, parte 11).

»Por eso los católicos buscan en la Biblia la verdad sin error sobre Dios y su voluntad para todo ser humano, pero no busca una verdad sin error sobre historia, ciencia u otras formas de conocimiento secular.

»Hay por lo menos tres razones por las que los católicos no toman la Biblia literalmente.

1. Pruebas internas dentro de la Biblia misma no lo permiten. Por ejemplo, ¿el primer ser humano varón fue creado antes de todo lo demás (Gén. 2, 7), o sólo después de haberse creado el resto de las cosas (Gén. 1, 27)?... Pruebas de esas contradicciones internas pueden multiplicarse al por mayor. Por eso, según la doctrina católica, el intérprete de la Escritura “debe investigar con todo cuidado el sentido intentado realmente por los escritores sagrados, y lo que Dios quiso manifestar por medio de sus palabras” (Vaticano II, D.D.Divina Revelación, parte 12).

Otros ejemplos en esta línea son los siguientes: «¿Rechazó Samuel a Saúl porque en su calidad de Rey había usurpado oficios del culto, de Samuel (1Sam. 13, 7-14), o porque había mitigado la prohibisión tradicional de la guerra santa y retenido enemigos prisioneros en lugar de darle muerte a todos? (1Sam. 15, 4-35). ¿David fue presentado primero a Saúl como “experto en el arpa” y luego convertido en su “escudero” (1Sam. 16, 14-23), o Saúl empezó por conocer a David después que éste había dado muerte a Goliat? (1Sam. 17, 55-58). En todos estos relatos se han mezclado diversas tradiciones antiguas y no podemos rescatar los hechos históricos con toda certeza.

2. Tratar de tomar la Biblia literalmente confunde los conceptos de la inspiración divina y la inerrancia con la posesión diabólica y la esclavitud interior a un poder sobrenatural. Cuando Dios pronuncia su palabra, ésta humaniza a quienes la escuchan. Los deja en libertad. Los autores inspirados no se convirtieron en títeres ni en dioses. Siguieron siendo humanos, con mentes finitas; por eso se expresaron dentro de las circunstancias históricas, los estilos culturales y las costumbres de su época. Por eso, el moderno intérprete necesita determinar la forma literaria de un pasaje inspirado. En los casos comprobados de posesión diabólica, la gente se convierte en títeres que vomitan obscenidades y avergüenzan a los que los rodean, «revelando» públicamente sus pecados más secretos. Las víctimas de posesión diabólica hacen cosas que no quieren hacer. En cambio, los autores inspirados cooperan activamente con Dios, expresando su revelación en su forma personal única y con su estilo cultural. Como Dios es el creador de esa forma personal única, se complace en que se ejercite.

3. La reclamación de que «la Biblia debe tomarse al pie de la letra» es completamente novedosa. Ni la Escritura, ni los Padres de la Iglesia de los primeros siglos, ni los reformadores protestantes del siglo XVI sugirieron jamás que «la Biblia deba tomarse al pie de la letra». Este movimiento moderno comenzó como un estilo protestante norteamericano de responder a Darwin y a otros ataques a la autoridad de la Biblia en el siglo XIX, y alcanzó su completo desarrollo cuando teólogos presbiterianos conservadores empezaron a hablar de «los fundamentos» del Cristianismo en su seminario de Priceton, Nueva Jersey; su teología se combinó con la predicación popular del pronto retorno de Jesús y se resumió en la «Biblia de consulta Scofield»”. (Tomado de: “Si ya son cristianos, ¿por qué ser católico? Las raíces bíblicas de la fe católica).


Y así, de un modo armonioso y manteniendose fiel al mensaje y verdad evangélica de la Escritura, la Iglesia Católica Apostólica y Romana ha logrado unir las verdades divinamente reveladas con las verdades que la ciencia ha descubierto en la naturaleza. De este modo el católico, conocedor de esta gran verdad, se siente seguro y confiado de que está construyendo su fe, no en las arenas movedizas de la contradicción, sino en la roca sólida del conocimiento de Dios en ambas vertientes: la fe divinamente revelada y el conocimiento natural de Dios por la creación.

¿Qué religión puede unir ambas posturas, como lo hace hoy por hoy la Iglesia Católica, sin incurrir en contradicción?



Biblia y Dios

La Biblia nos lleva a conocer a Dios y su Obra de Salvación realizada en y por Jesucristo para toda la humanidad. La Biblia nos quiere mostrar y dar a conocer quién es Dios y cuál es su designio en la Obra de la Salvación. Es Jesucristo quien nos muestra el verdadero rostro de Dios.

Pero, nuevamente, mi conocimiento de Dios y de Jesucristo no se fundamenta sólo y exclusivamente en la Biblia, sino en y por medio de la Iglesia instituida por Jesucristo por voluntad de Dios Padre.

Por lo que vuelvo a hacerte la misma pregunta: Si desaparecieran todas las Biblias del mundo, ¿qué sucedería? De igual manera la Iglesia Católica Apostólica y Romana continuaría predicando el mensaje de la Salvación en ella depositada y a ella encargada.

Para los creacionistas fundamentalistas que interpretan literalmente los primeros capítulos del Génesis (o cualquier cristiano católico o protestante o sectas) y los del DI (Diseño Inteligente), si la Ciencia llegara a descubrir argumentos incuestionables y tan evidentes que ya no sería posible negar la verdad y realidad, por ejemplo, de la Evolución, es decir, que la Teoría de la Evolución pasara a ser, de una simple teoría, una verdad científica e irrefutable, ¿qué se harían? ¿Continuarían apegados a la interpretación literal del Texto Sagrado?, dando a entender que la Biblia es, no un libro de verdades de fe, sino mitológico. Los católicos tenemos la ventaja de que la Iglesia, como Maestra de la Verdad, nos enseña que también podemos conocer a Dios por vía natural a través de su creación; y que la Evolución, por las leyes contenidas en la naturaleza, puede ser regida (y de hecho es regida), no por el azar y la casualidad, sino por la Providencia amorosa de su Creador. De esta manera la Evolución es el mecanismo regulador por el
que Dios se vale para llevar la materia muerta a la vida y luego a la alta inteligencia.



Biblia y ateos

Muchos cristianos pretenden demostrarle a los ateos la existencia de Dios por la Biblia.

Pero, ¿cómo un ateo podrá creer en Dios por la Biblia, si no cree en Dios ni mucho menos en la Biblia?

La Biblia no es para probar que Dios existe. El creyente lo sabe por fe, y esa es su seguridad.

La Biblia, para el creyente que está convencido de la existencia de Dios, es el medio ordinario por el que Dios se ha revelado a la humanidad por medio de los acontecimientos de la historia humana, hasta la plenitud de la revelación en Jesucristo.

Luego los ateos que pretendan hallar en la Biblia argumentos contradictorios para poder negar la existencia de Dios, se están hundiendo en las arenas movedizas de la ignorancia y la necedad. Quien quiera
buscar y hallar la verdad de Dios y su mensaje de Salvación, deberá dirigirse a la fuente segura de la verdad, que no es otra cosa que la Iglesia fundada por Jesucristo. (Ver: Mateo 16, 18-19; Hechos 20, 28; Efesios 3, 8-11; 1Timoteo 3, 14-15).

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FORMACIÓN CATÓLICA

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1. Oasis de Salvación y verdad (página principal)


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¡Católico! Conozca y aprenda a defender su fe con el P. Luis Toro y el Padre Raúl Sánchez

1. El Padre Luis Toro es un excelente apologista y conferenciante que, en sus múltiples debates con pastores de congregaciones protestantes, ha sabido exponer con claridad y fundamentos bíblicos todas las preguntas y objeciones que le han presentado. Más las diversas conferencias son una excelente fuente de formación y conocimiento bíblico que ningún católico (ni apologista católico) no debe desaprovechar.

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Entre sus vídeos hallamos:

  • Debates contra pastores protestantes
  • pentecostales
  • Adventistas
  • Testigos de Jehová

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  • Eucaristía
  • Confesión
  • Virgen María
  • Imágenes, idolatría
  • Otros

  • Testimonios de conversión a la fe católica

  • Homilías (diversos temas)

2. El Padre Raúl Sánchez es un sacerdote colombiano que defiende la fe católica desde la historia (cuando se refiere al protestantismo), mas sus vídeos incluyen gran variedad de temas de actualidad (como por ejemplo los escándalos en la Iglesia). Aunque sus vídeos tienen una duración de entre 5 minutos en adelante, son precisos y concisos.

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3. Para formación católica desde la Biblia y los Padres de la Iglesia:

Ver: Apologética Católica

4. Para temas variados de formación: Filosofía, Teología, Biblia, Historia:

Ver: Apología 2.1

5. Padre Jorge Loring. Apologista y gran divulgador de la fe católica. Su libro más importante "Para Salvarte" contiene cientos de temas y esta traducido a varias lenguas:

Ver: libros (pueden ser descargados)

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